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Juan de Dios Román, una figura clave

Que el balonmano nacional está en la élite mundial hace años no admite discusión, y si bien son legión los nombres propios que lo han provocado, no cabe duda que hay dos que brillan con luz propia por encima de los demás: Domingo Bárcenas y Juan de Dios Román, motores de la modernidad de este deporte en nuestro país. Ayer, de alguna manera, estos dos nombres se unieron en el Torneo Internacional de España, en Vigo.

A Domingo no tuve la fortuna de tratarle, pero es, a decir de todos, un hombre fundamental e imprescindible. De Juan de Dios se sabe que es su alumno aventajado, y profesor a su vez de toda esa pléyade de entrenadores que triunfan por medio mundo en esa diáspora obligada por la crisis. Lo ha sido todo en nuestro balonmano, y antes que maestro demostró sus dotes de técnico al mando del Atlético de Madrid, club con el que el extremeño pondría a España en el mapa europeo del balonmano.

Por su prestigio saltó a la Selección. Más adelante formó como entrenador los mimbres de lo que sería el gran Ciudad Real de primeros de siglo, pasando del banquillo a los despachos, para acabar al frente de la Federación Española, en la que la crisis del país le pasó factura: primero, porque no pudo modernizar la gestión; segundo, porque tuvo que sacar adelante el Mundial de España de 2013 con tanto sudor como lágrimas. Y se cosechó un oro.

Retirado de la primera línea, Juan de Dios lleva ahora una vida de emérito jubilado, dedicado a mantener la docencia para ampliar la nómina de discípulos, a la vez que con su documentación recupera la memoria de nuestros pioneros. Por todo, a Juan le rindió ayer un merecido homenaje la Federación Española de Balonmano (RFEBM), además en una comunidad en la que en su día descubrió a un chavalín llamado Talant Dujsebaev como extremo derecho en la selección de la Unión Soviética.