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Isco amplía la colección

El Clásico aún colea. Y hasta que no ruede de nuevo el balón en España, donde se aplaude pero no se copia la idea del Boxing Day, todavía coleará. Para el madridismo se harán largas las vacaciones. Para los culés esta será, sin duda, una blaugrana Navidad. Y para el resto, la semana ya está siendo tan inusual como aliviadora: por una vez se habla en las reuniones familiares más de fútbol y matemáticas que de política y de crisis. Con permiso de Messi, tema recurrente, Zidane, Benzema e Isco centraron la atención en la Nochebuena. El primero, según el sentir general vivido y escuchado, aún goza del colchón de las dos Champions conseguidas para convertirse en una diana. Al delantero, su preferido, ya no le salvan ni las justificaciones de cuñado que ensalzan eso tan naif de abrir huecos. Y el tercero se ha convertido en un mártir que ratifica una máxima con las estrellas: son importantes cuando juegan y fundamentales cuando no lo hacen.

El Barça sólo ha perdido siete de sus últimas 20 visitas en Liga al Bernabéu en este siglo, con nada más y nada menos que 10 victorias y tres empates. El dato es demoledor. Pero no lo es menos la evolución en estos enfrentamientos en uno y en otro equipo. Una metamorfosis que hace que el Madrid, ardiente siempre en casa, esté ahora más a gusto con los Clásicos del Camp Nou, mientras que el Barça, acomplejado en el pasado, afronta las visitas a Madrid como una excursión al Parque de Atracciones. El Madrid, con el paso de los años, se ha ido fijando más en las virtudes del Barça que en las propias para afrontar estos duelos y eso ha permitido que el ‘Caso Isco’ sea uno más de la temerosa colección. Su suplencia, dolorosa para la grada de Chamartín y reconfortante para la cintura de Busquets, fue otro ataque más de entrenador.

En la temporada 2005-06 Ronaldinho ya arrancó el aplauso del madridismo con un 0-3 contundente. Ese día, aunque queda lejos y olvidado, Guti (Isco con melena) se quedó en el banquillo contra pronóstico pese a haber sido clave en las cuatro jornadas anteriores. En el 2-6 de la 2008-09, Heinze fue la sorpresa (tras tres jornadas sin jugar) de un once con dos laterales en la izquierda y con cinco defensas de nacimiento. En el 1-3 de la 2011-12 Mourinho, agobiado ya por probar de todo con desigual acierto, sentó a Khedira y quebró el equilibrio que esa vez se antojaba necesario. La suplencia de Kaká e Higuaín ya era lo de menos. Además, en el 3-4 de la 2013-14 Isco ya probó por primera vez que llevar una temporada siendo la sensación le valía para poco en las grandes noches. Y en el 0-4 de la 2015-16 Casemiro, eficaz tapón durante la antesala del gran partido, se quedó sin jugar favoreciendo la superioridad del rival en medio campo. Lo mejor para el Madrid es que, salvo sorteos caprichosos, hasta el 6 de mayo no volverá a ver a Messi y el careo será además en Barcelona, donde en este siglo ha pescado en 10 de 17 encuentros. Lo esperanzador para los demás mortales que vibramos con el fútbol es que el Clásico es tan grande que esta Nochevieja seguiremos hablando más del pasillo de Kovacic que de la actualidad que nos llega de Bruselas.  

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