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MANUEL FRANCO

Carlos Sainz y el verbo intentar

El piloto español afronta un nuevo Dakar junto a Peugeot y su copiloto Lucas Cruz, convencido de sus posibilidades de éxito.

Soy amigo de Carlos Sainz. Habrá quien me quiera quitar el carné de periodista por eso, pero recuerdo que en la universidad donde estudié me enseñaron que el contador de historias tiene que decir la verdad. Así que empiezo por ponerles en situación. Además de una buena relación personal, tuve la inmensa suerte de poder contar la primera victoria de un piloto español en el Dakar tirado en una tienda de campaña por los desiertos de Atacama y del Monte, llegar a Buenos Aires y ver como la ciudad aplaudía al Matador.

Pero en realidad había conocido a este madrileño construido de talento, clase y coraje unos años antes en Mauritania. Desde el helicóptero vi su coche azul, aquel Touareg inmenso varado en la arena con la caja de cambios rota junto a un extraño lugar llamado Atar. Acababa de empezar la etapa y quedaban 548 kilómetros para llegar a Nouaktchott donde terminaba la especial. Pronto nos dijeron que Sainz había abandonado.

Pero, en un alarde de periodista (a veces me dan esas cosas de intentar comprobar las noticias) no lo escribí hasta que no se confirmara. Y no se confirmó. Kris Nissen, Jefe de Volkswagen le dio las gracias por intentarlo. “Pronto viene un coche en un día estás en España”, le dijo. Pero Carlos esperó a que llegaran las asistencias, hizo toda la etapa de noche y llegó de madrugada a la meta. Sin opciones por la avería. Pero fue ese día cuando se ganó el respeto de los dakarianos. “Carlos está en las dunas”, escuché que le decía Nani Roma a Stephane Peterhansel ante el gesto de admiración del genio francés.

Después Sainz cambió el ritmo de esta carrera. Decía Hubert Auriol que para ganar el Dakar hay que “viajar rápido”, pero cuando llegó el campeón de rallys el ritmo subió tanto que el verbo viajar se ha quedado para la historia de esta mágica aventura. Cambió la historia como antes hizo con los rallys, un deporte en el que fue pionero en la victoria. Carlos Sainz Cenamor tiene 55 años, dinero para varias generaciones ganado jugándose la vida por cierto, una familia ejemplar y preciosa que lo adora, buena salud y además, pase lo que pase y haga lo que haga, es y será siempre una leyenda del deporte.

Pero se va a subir a un coche de carreras para volar por los desiertos con la intención de volver a ganar el Dakar ocho años después. En los últimos años se ha despeñado por un barrando de quince metros, ha dado cinco vueltas de campana, ha sufrido averías… pero siempre ha estado en la lucha, demostrando que es el mejor. Lleva seis años sin terminar, la última fue en 2011, tercero, y la anterior su victoria en 2010, la primera de un español en la historia. Esta vez lo volverá a intentar. Bonito verbo.

Sainz, ese que camina por la vida adueñándose del mundo y te da la mano como si te fuera a arrancar las entrañas solo lo intenta, posee esa especial e inédita humildad del que sabe que es el mejor. “Hemos ganado Manu”, me dijo en Buenos Aires aquel día mientras compartíamos una sonrisa y un momento inolvidable. Después escribí un libro sobre esa aventura y esa victoria suya y de Lucas.

Aquel día dijo que ese volumen solo sería una anécdota en mi carrera de escritor. De momento le estoy decepcionando, pero ya les digo… es mi amigo. Suerte Carlos. Y disfruta de la aventura. Siento no haber ido a la presentación, pero estoy a tu lado. Siempre. Que te trate bien el Dakar…