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Mundialito, un nombre sospechoso

El diminutivo “Mundialito” causa cierta inquietud entre gentes del fútbol. Unos creen que no hay por qué reducir con ese sufijo la importancia de tal campeonato, puesto que se trata de un Mundial en toda regla. Otros opinan que simplemente se designa con esa palabra un torneo de poca duración y de sólo siete equipos, y que por lo tanto cabe introducir la idea de reducción que implica el diminutivo. Y otros, en fin, consideran que es una forma de despreciar ese título.

Los diminutivos tienen sus peligros y sus ambivalencias, en efecto. Casi siempre sirven para referir un tamaño reducido: mesilla, callecita, librito. En otras ocasiones expresan una proximidad emocional: “Me voy con mis amigos a tomar unas cañitas”, “vamos a hacernos una cenita”. Pero en ciertas situaciones se usan, es verdad, como elemento despectivo: “Oye, deja de repetir tanto la cancioncita”.

Tal desprecio mediante el diminutivo se aplica de vez en cuando a nombres propios, y eso justificaría la sospecha de que el Mundial de Clubes haya sido denominado Mundialito con tal intención. Imaginemos que se llamase “Mundialito” cuando lo disputa el Real Madrid, y “Mundial” si lo juega el Barcelona.

La conversión de nombres propios en diminutivos se usa desde hace decenios con los apellidos en el mundo de la lidia para distinguir entre toreros a padres e hijos, o a los hermanos entre sí. Y siempre por voluntad propia. Pero en otras ocasiones se emplea para mostrar aversión. Así sucedía cuando Quevedo se refería a Góngora como “Gongorilla”, y Góngora llamaba a Lope de Vega “Lopillo”.

Ese uso de infravaloración se da también hoy en el lenguaje político. Por ejemplo, cuando algunos columnistas llaman “Riverita” a Albert Rivera. Reproduzco algunos ejemplos reales tomados de la prensa: “Pero Riverita y su equipo necesitan marear la perdiz”. “Lo de Riverita está resultando espectacular”. “Ahí es donde pesca este Riverita telegénico”.

Este poder injuriante procede, según escribió el filólogo Dámaso Alonso (1898-1990), del uso del diminutivo “con nombres propios de gentes y servidores de menor estado” cuando se reclamaba su atención, lo que expresaba “condescendiente superioridad”.

La intención de todo el que llame “Mundialito” al Mundial de Clubes resultará difícil de averiguar. Pero quizás conviniera, para no enturbiar el mensaje, que se escribiese la palabra con minúscula inicial: “mundialito”. Y así el autor se alejaría de los casos de Lopillo, Gongorilla y Riverita, entre otros, para reflejar la percepción de un tamaño en vez de dar pie a tamaña percepción.