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Una Copa para entonarse

Ante la práctica imposibilidad de que sea atendido mi deseo de que Iglesias Villanueva nos pite siempre una jornada a nosotros y la siguiente al Barça, formularé otro: que esta Copa del Rey sea para el equipo de Quique lo que fue para el Espanyol de Sergio González en la temporada 2014-15. Una manera de avivar la ilusión de la temporada. Caímos en semifinales ante el Athletic Club, en un batacazo histórico cuando lo teníamos todo de cara para ser finalistas, pero el recuerdo de aquellas noches de Cornellà con banda sonora de Raphael, ha sobrevivido al chasco. Significó un chute de autoestima tal que tras eliminar a Valencia y Sevilla nos creímos capaces de todo. Eso redundó también en LaLiga. Aupados a la euforia de la Copa, el equipo descubrió que era mejor de lo que creía. Y pese al tropezón en la semifinal, esa fue probablemente la última vez que los pericos nos concedimos el derecho a soñar.

En ocasiones damos la impresión de ir con el freno de mano puesto. Hay que atreverse a decir en voz alta que vamos a Ipurua a por los tres puntos, y no para entrar en esa liguilla de los que quieren quedar décimos de LaLiga sino en la de los seis primeros. Nos falta el descaro de atrevernos a entrarle a la rubia de la barra por miedo a que nos diga que no. Una Copita para entonarse, solamente una, a veces ayuda. Seguro.