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La sombra de Kepa se le empieza a alargar hasta a Keylor

Zidane abrió la espita. Seguro que no fue casual el momento elegido por Zizou para entreabrir la posibilidad de fichar en el mercado de invierno. Más allá del goleador que sea capaz de hacer las veces de Morata con una sonrisa, las miradas se desplazan a San Mámés donde el Madrid se juega su suerte liguera este sábado y donde la posible marcha de Kepa capitaliza los miedos, el orgullo o las conversaciones de la parroquia local. A veces las palabras las carga el diablo y Keylor, fuera de ritmo, saliendo de lesión, la pifia en el gol del Fuenlabrada en el Bernabéu. El Real Madrid, más que necesitar un portero, necesita creer en el que tiene.

El doble lenguaje. Es una completa injusticia no erigir como gran protagonista de los éxitos del Real Madrid en las últimas dos temporadas la aportación de Keylor Navas bajo los palos. Su seguridad y su solidez han sido pilares del éxito, sólo por debajo de los goles de Cristiano. Igual es que no tiene quién le escriba. Ya sea por el fax que no llegó o por su perfil poco mediático, hay quien parece empeñado en mostrar que le queda mal la camiseta del Madrid. Pocos porteros la han defendido mejor. La cantinela de que no es uno de los cinco mejores cancerberos del mundo parece haber calado. Una auténtica injusticia.

Cuando nadie brilla. El Fuenla fue por momentos mejor que el Madrid, más asentado, más hecho; puestos a visitar un templo del fútbol, mejor disfrutar del partido de sus vidas. Buen equipo el de Calderón. Luis Milla, desde Yakarta, habrá disfrutado del zapatazo de su hijo. En el otro Madrid todos parecieron peores de lo que son individualmente. Esto habla de una mala elección de futbolistas, de un equipo deshilachado y de una imagen poco recomendable para jugadores que deberían tumbar la puerta, propia de esta Copa tan desangelada a doble partido.

El aplauso a Bale. En la única noticia edificante de la noche, el Bernabéu le recibió con cariño y lo devolvió con un pase antológico. El Madrid ha echado de menos al galés, que no es lo mismo que echar de menos a la bbC como pack. El galés da una variante necesaria al juego blanco, la verticalidad y la búsqueda del espacio. Donde todos piden balones al pie, Gareth arranca. Sólo cabe desearle continuidad en este Madrid tan cogido con pinzas, su aportación ahora se torna trascendental