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El Atleti se agarra a un clavo ardiendo

Aún es posible. El Atlético seguirá en la Champions si gana en Londres al Chelsea y el mismo día el Qarabag empata en Roma. No son fáciles ninguna de las dos cosas, sobre todo la segunda. Pero al menos el Atleti demostró ayer que no se rinde, que tiene fe y que va a vender cara su piel. Bien mirado, el trance en que está sólo es culpa suya en parte. Jugó muy mal sus dos partidos ante el Qarabag, en los que se le escaparon cuatro puntos con los que se contaba de antemano. Eso es verdad. Pero en Roma debió ganar y no por un gol, sino por dos, tres o hasta cuatro. Empató el que fue su mejor partido del grupo, por las cosas del fútbol.

Posiblemente el Atlético esté destinado a la Europa League, que ahora se ve como poca cosa, un mal menor, pero que en su momento reavivará la llama de la ilusión. Mientras eso llega, el equipo ha empezado a sentirse por fin bien. Tuvo buenos ratos anoche. Apareció Augusto, Thomas cada vez va cogiendo más peso, Torres confirmó que está ahí, Griezmann marcó un gol precioso y le puso otro a Gameiro que, esta vez sí, atinó en el final de la jugada, salvando al portero y marcando sin apenas ángulo, en muestra de dominio del balón y de la carrera. Una buena y solvente victoria europea, por fin.

Mientras, el Barça dio su pasito definitivo en Turín, aunque sin gloria. Messi, que anda renqueante de algo que no se pregona pero que Luis Suárez (el primigenio, el Balón de Oro) apunta en Carrusel, sólo jugó la segunda mitad. Como el Madrid, el Barça no ha ido sobrado en esta fase, pero ese empate le hace al menos campeón seguro de grupo. Cierto que el resultado peligró muy al final y lo salvó una mano firme de Ter Stegen a tiro de Dybala. Si ese balón llega a pasar, el Barça estaría temblando. Pero esa mano firme le hace campeón de grupo, bueno para el bombo. Otra cosa son las sensaciones, pero dame pan y llámame tonto.