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Tercer Tiempo

El fútbol callado

La gente no se acostumbra aún a la grandiosidad del Wanda Metropolitano, decía Antonio Romero en los capítulos finales del derbi. Por cierto, excelente el retrato que le hicieron en Carrusel a este excelente creador de lenguaje radiofónico para explicar lo que pasa en la cancha. Bueno, pues es cierto que la gente no se acostumbra a ese escenario, y el partido se juega casi en silencio, aún no hay esa pasión que había en el Calderón, esa olla. Además, el partido entre los dos grandes rivales madrileños, tan cacareado, fue como el fútbol callado de la grada, nadie se atrevió a nada. Y el resultado fue igual de soso.

Astros confabulados

Con muy buen ojo, el As adelantó una circunstancia que convertía la coincidencia Messi-Cristiano en una posibilidad extraordinaria de combinar el partido del Wanda Metropolitano con el encuentro de Leganés. Iban a estar presentes en ambos escenarios los dos mejores jugadores del mundo. Pero, como si se confabularan para desaparecer de ambos escenarios, Messi y Cristiano fueron en cada uno de los casos pura sombra, nada parecido a lo que aparece en sus biografías.

Contra el entusiasmo

Serrat había escrito por la mañana en El País una carta estimulante para que el futbolista de Rosario firmara de una vez su contrato. A Cristiano le ponían en bandeja los suyos un porvenir de recuperación. Ni por esas les entró a los astros el entusiasmo imprescindible en el ejercicio del fútbol. Fueron otros los que corrieron, fueron otros los que le dieron ritmo, aunque escaso, a sus respectivos partidos, y ellos se fueron, fanés y descangayados, como dice el tango. En el de Leganés no hubo ni ritmo, sino goles. En el del Metropolitano hubo expectación, ganas de fútbol, pero sólo lo aportó Isco, como suele suceder.

LaLiga se entretiene

Por decirlo así, en el Wanda Metropolitano se detuvo LaLiga para madridistas y atléticos; el Valencia y el Sevilla la van entreteniendo. Es una situación poco habitual, que los de arriba se detengan, entretenidos en sus crisis de ansiedad o en su falta de entusiasmo, en su crisis de fútbol. El Valencia, desahuciado de antemano, está posicionándose para liderar el juego y para hacer sufrir a los más grandes. Ahora le tocará el Barcelona de Suárez y Paulinho. El fútbol mediterráneo frente al fútbol de la meseta. Mientras en Madrid reina la somnolencia se despierta el sueño valenciano. Invierno difícil e imprevisible.

Griezmann

Entre las sombras del fin de semana sorprendía esa agilidad que se veía en el Wanda Metropolitano en la primera media hora. Una sombra, sin embargo, deambulaba por el césped, la sombra de Griezmann. Matallanas dice que se tiene que ir en enero. Simeone lo echó antes, el mismo sábado. Los futbolistas advierten de su ánimo corriendo o no corriendo, siendo solidarios con el balón o dejando que pase. Y el de Griezmann es un lamentable caso de espectador privilegiado de las correrías ajenas.

Mi querida UD

Mi fe en el equipo amarillo está por encima de los resultados; es fidelidad y afecto. Las ilusiones están rotas, no hay jugador navaja ni jugador cuchara, ni tenedor tiene la UD ahora. Sus fracasos han ido arrinconando al equipo en un proceso de destrucción de su estética. Lo peor es el desánimo de la afición, que ahora ya no cree que el equipo directivo ni ese banquillo pueden restituir la fe que yo, ingenuamente, proclamo. El Levante, vestido de chicle, ha sido la puntilla. El Málaga, que acompañaba en derrotas, se recupera. La UD se hunde. Da rabia que esto le pase a un equipo tan querido.