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De Manolo a Manolo... y a Nadal

Un Manolo, Santana, recogepelotas en el Club de Tenis Velázquez de Madrid e hijo de republicano represaliado, abrió el tenis en España a las clases populares con sus triunfos en Roland Garros (1961 y 1964), US Open (1965) y Wimbledon (1966). Su cabezonería y su clase le hicieron triunfar en la hierba. Otro Manolo, Orantes, hijo de emigrantes andaluces en Barcelona y huérfano de madre antes de cumplir el año, tomó su testigo. Junto con Andrés Gimeno, no dejó que la fiebre de la raqueta bajara. Y el granadino marcó otro hito pionero: ganó el Masters, el torneo de los ocho mejores, en una superficie rapidísima de moqueta. Había algo más que terrícolas sobre la piel de toro. Aún bromea cuando recuerda que Nadal nunca ha ganado un Masters en el que también fue campeón en dobles, en 1975 con Juan Gisbert.

Orantes compartió época con Jimmy Connors, al que ganó en cinco sets en Forest Hills, de Guillermo Vilas, de Ilie Nastase, de John McEnroe... Cuando colgó la raqueta con 34 años y la espalda dolorida, se fue directo al CT La Salud, el que le permitió salir del Carmelo, y dijo que quería ayudar a los chavales. No se había olvidado de dónde salió. Con la Federación, colaboró y echó una mano a Corretja, Costa, Berasategui... Construyó un puente por el que el tenis ha ido transitando hasta llegar a un tal Rafael Nadal.