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Los clubes pagan la fiesta y, a menudo, el pato

El Virus FIFA, como la gota, es enfermedad de ricos. Siempre la padeció el Madrid y ahora también le coge de lleno al Atlético, después de unos años en los que su historia apuntaba hacia arriba y el equipo hacia abajo. Esa intromisión de las selecciones desfigura y abrillanta el derbi a partes iguales, porque introduce en el pleito el efecto fatiga pero, a la vez, esa cumbre de 22 mundialistas le otorga al derbi dimensión planetaria. Dimensión que ya se había ganado tras las dos finales de Champions disputadas entre los vecinos en los últimos cuatro años.

Especialmente fatigados se espera a los croatas Vrsaljko y Modric, envueltos en una cuestión de Estado en los dos partidos frente a Grecia, extremadamente duros. Sólo que pesa más el madridista en su equipo. El sobreesfuerzo al servicio nacional le llegó a Modric en un punto de desfallecimiento. Compareció desmejoradísimo en los últimos partidos. Zidane, consciente de su edad y del desgaste al que obliga su posición, le dio descanso en el choque inmediatamente posterior a los dos últimos parones. Esta vez, ni por el rival ni por la situación en la tabla, podía permitírselo. Así que aplicó el tratamiento preventivo de no ponerle frente a Las Palmas. Veremos si resulta.

En cualquier caso siempre conviene celebrar que LaLiga inunde de jugadores el Mundial. Es magnífico para que Tebas se mueva en el mercado de los derechos internacionales. Es magnífico para los aficionados, que tienen muchos puntos de atención y no sólo España. Es magnífico para los futbolistas, porque allí es donde se cortan las orejas. Y es malo para los clubes, que pagan la fiesta y, a menudo, el pato.