Lo que se hace a la prisa tiene sus consecuencias, y lo estamos pagando. Lo normal es no ganar en Madrid, visto lo visto, y lo normal sería que Ayestarán no continuara en el cargo, que dudo que lo destituyan, pero el problema persistiría. No es un problema de entrenador, ni de todos los jugadores y sí de los que manejan el club, que se han creído más de lo que verdaderamente son. Se ha pecado de autosuficiencia, de prepotencia, de no ser rigurosos y de tener a jugadores cuyo mérito actual es haber nacido en Canarias y de protegerles sin merecerlo, de no pararle los pies a más de uno y de no… Estamos en la élite y para poder mantenerte en ella hay que ser profesionales, para lo bueno y para lo malo. Hay que darle una vuelta de tuerca a esa manera de entender las cosas desde el club porque nos jugamos mucho con un hipotético descenso. El ‘modelo’ paternalista implantado desde la más alta dirección está caduco, trasnochado y no queda otra que darle rigor a la meritocracia, ya sean de aquí o de fuera, porque en la mejor Liga del mundo nadie te perdona la más mínima debilidad, esas que nadie parece poder corregir porque el problema está dentro...El sistema de trabajo se tiene que moldear o modificar, haciendo un importante esfuerzo en el mercado invernal porque de lo contrario el descenso estará más y más cerca puesto que yo no veo ningún brote verde... Por lo menos, hasta la fecha… Y son necesarios para poder cambiar nuestro actual estado de alta preocupación por uno más satisfactorio. Una inesperada victoria en el Santiago Bernabéu ante el también 'en horas bajas’ Real Madrid podría aplacar nuestras penas, pero para que eso pase tienen que darse una serie de continuados milagros durante 90 minutos... Complicado. Lo que está claro es que en los momentos actuales, con el equipo en descenso y con pocos argumentos futbolísticos donde agarrarse para ser optimista hay que pedirle más, mucho más a los jugadores, tanto dentro como fuera del terreno de juego… Y el que lo quiera pillar, que lo pille…