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Un mal inicio para un Mirotic que sigue en busca de estrella

Después de cuatro meses sin competición, la NBA preparó un menú de muchas estrellas Michelin para abrir boca, terapia de choque contra el síndrome de abstinencia de los que llevábamos demasiadas noches durmiendo en el horario convencional. Primer y segundo plato con las que a priori podrían ser, según la mayoría de las quinielas, las próximas finales de Conferencia (aunque es fiarlo a tan largo plazo…): Cavaliers-Celtics y Warriors-Rockets. Por desgracia, en Cleveland la terrible lesión de Gordon Hayward empañó el partidazo de LeBron en su primer duelo contra Kyrie Irving, de hermanos a enemigos íntimos. Después Warriors y Rockets sacaron brillo a la belleza y el terrorífico poderío de la Conferencia Oeste. Se abrió el tomo de la temporada 2017-18, que se cerrará en junio después de un montón de páginas y de historias. Arrancó la NBA.

Pero, mientras tanto, en Chicago sucedió un esperpento: en el entrenamiento de un equipo venido a menos y enzarzado en una reconstrucción confusa, los históricos Bulls, Bobby Portis noqueó a Nikola Mirotic: lío en un partidillo, cruce de insultos, encontronazo… y puñetazo. Fracturas maxilares y semanas de baja para el español y sanción disciplinaria para el estadounidense. Dos de tres ala-pívots, el otro es ese Lauri Markkanen (número 7 del draft) que tendrá que salir al ruedo con menos contención de la prevista. En los Bulls, desde hace demasiado tiempo, todo es un jaleo.

Y es un jaleo imprevisto para Mirotic, que parece no encontrar su estrella en la NBA. Después de tres años irregulares y con más promesas al viento que puñetazos a las mesas, recibió en verano el impulso de un nuevo y buen contrato (tal y como estaba el mercado: 27 millones por dos años, solo garantizado completamente el primero) que fue una invitación a empezar de nuevo, a que las virtudes pudieran por fin más que los defectos. Este incidente le frena de inicio, la enrarece las cosas en el vestuario y le puede dificultar el encaje en rotación cuando regrese. Mirotic, que ha ganado 11 kilos de músculo este verano para encajar en el molde del ala-pívot NBA, es además un jugador que necesita más que muchos otros estabilidad, seguridad en sí mismo y mucha confianza de los que le rodean. Y para todo eso, este es un mal inicio. Esperemos que nada más que eso.