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El VAR ha recibido el empujón definitivo

Gol fantasma, bonita expresión. ¿Quién la acuñaría? Es difícil rastrearlo. Goles fantasma había ya antes de la guerra. Las fotos del fútbol de los tiempos de Zamora nos muestran junto al palo, sentado en una sillita de enea, a un ‘juez de gol’. Desaparecieron porque ahí, indefensos, eran víctima fácil de bromistas pesados o de tipos con mala uva y buena puntería. No hace mucho la UEFA repescó la figura, sin silla. En el Panamá-Costa Rica no lo había. Tampoco VAR, claro. El árbitro guatemalteco Walter López dio un primer gol de Panamá que no entró. Sin ese gol, Estados Unidos hubiera ido al Mundial. Se ha quedado sin ir.

Lo doloroso del caso es que resulta muy claro que el balón no entra. Pero hay dos jugadores caídos, uno a cada lado de la raya, y Walter López, tapado, creyó ver lo que no había. Estados Unidos reclamará. Nunca se repite un partido por un error de apreciación arbitral (sí cuando ha tomado una decisión contra Reglamento, que implique su desconocimiento) pero resulta que esto viene acompañado de otro caso. La FIFA ha decidido repetir el Sudáfrica-Senegal en el que el árbitro pitó penalti por un balón que pegó en una rodilla. En su caso, se descubrió corrupción, mejor. Se ha suspendido al árbitro y el partido se repite.

En este caso, nadie tiene impresión ni indicio alguno de que sea otra cosa que un despiste, uno de tantos. No creo que se repita el partido, pues, pero este gol fantasma acabará por ser tan célebre como aquel de Hurst en la final del 66. Infantino ya ha dicho que esto acelerará el VAR. Hubiera bastado con tener ya incorporado el ‘ojo de halcón’, que decide automáticamente en casos así, que no son opinables sino objetivos. Pero se ha ido retrasando y ahora nos llega envuelto en la pelota del VAR, que requiere otros pasos, otras cautelas, crear sistemas fiables y preparar a bastante gente. No me fío, pero este gol-no-gol le ha dado el empujón definitivo.