Mancha Real, el pueblo del mueble cuya peña ama a Juanito 'Maravilla'

Un pueblo feliz. A sólo 16 kilómetros de Jaén (capital) está Mancha Real. Un pueblo rico en ilusiones... y en dinero. En los años 90 llegó a ser el pueblo con mayor renta per cápita de España. Aparte de la riqueza que daba el aceite (como en toda la provincia), el mueble se convirtió en un foco de trabajo y de próspera actividad económica hasta llegar a tener en aquella época feliz “desempleo cero”, nos explica la actual alcaldesa, Mar Dávila. En esos años, en 1995, nació la peña del Real Madrid. Dedicada a un mito del club. A Juanito.

En honor al 7. Eso le da un signo de distinción a esta peña, dado que en el resto de la piel de toro las otras que le han dedicado su legado y su devoción son la de Barcelona (la única del Madrid ubicada en la Ciudad Condal), la Juanito ‘Maravilla’ de Madrid (fundada hace 23 años por Ángel Cano Churro y secundada, entre otros, por Camacho, Del Bosque y Gallego) y las de Fuengirola. En el pueblo natal de Juan hay dos. Una que lleva su nombre y se creó antes de irse el 7 al Bernabéu en 1977, y la peña de Fuengirola, que tiene un espléndido rincón dedicado a la leyenda. Volvamos a Mancha Real. El pasado viernes inauguraron su nueva sede. Enorme, limpia, diáfana, con dos salas con proyectores gigantes y un mural con la imagen de Juanito celebrando un gol de blanco. La inauguración, un exitazo. Allí estaban los 190 socios, que cada cuatrimestre pagan 24 euros (6 al mes de cuota). El más radiante, el presidente: Barto Cano Pulido. Muchos años soñando con este momento. “Por fin Juanito tiene una sede a su altura...”. Doy fe.

Dificultades. La peña lleva 22 años de vida, pero entre 1999 y 2003 estuvo sin actividad y casi desaparecida. Barto y un grupo entusiasta se hizo cargo de la misma y la repuntaron hasta la feliz fecha señalada. El madridismo de Mancha Real focalizó un punto de encuentro en esta peña alegre y activa. Por aquí han ido pasando estos años Peinado ‘Pepe Goles’, Paco Bonet, Pepe Salguero y José Luis Morales. Este último la inauguró y se emocionó al ver su nombre inscrito en la placa del estreno. Cerca de nosotros también exhibieron su madridismo las peñas de la zona: La Guardia, 7 Pilillas de Pegalajar y los Panciverdes de Bedmar. Y también la de Villalbilla, llegada desde Madrid, con la que están hermanados. Antes de despedirme me paró un señor de los pies a la cabeza. Un abuelo entrañable. Pedro Rus, 87 años. “Roncero, yo he visto las doce Copas de Europa”, me dijo emocionado y con la voz quebrada. Le abracé orgulloso de poder conocerle. Viva la peña de Mancha Real... Madrid.