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Una esperanza nos ampara

Jugaremos en Madrid casi de incógnito, pues este es uno de los pocos fines de semana de la historia de este país cainita en los que el fútbol no es el principal protagonista. A pesar de los ánimos que nos hemos autoinfundido desde la sala de prensa, se nos ha puesto cara de víctima propiciatoria. Jamás ha encadenado el Madrid cuatro partidos sin ganar en casa y además llevan cierto tiempo entonando la impropia canción del agravio arbitral, por lo que no hay que ser demasiado pesimista para prever una ejecución por la via rápida. Por si no fuese suficiente con la intergaláctica diferencia presupuestaria, las circunstancias hacen que el partido se le ponga muy cuesta arriba a este Espanyol que también juega contra su leyenda negra cuando visita el feudo blanco. Un equipo timorato que no cree en sus posibilidades cuando juega con los grandes y se pone la venda antes de la herida pergeñando excusas. Muchas veces nos ha faltado el descaro y la inconsciencia para intentarlo, denominador común de los que logran lo que parece imposible.

Con todo lo dicho, seria una hombrada mayúscula no volver de vacío a casa y sacar tajada del Bernabéu. Especialmente porque nadie espera que lo hagamos y llevan ya dias sacándole lustre al tópico con el que piensan despacharnos. Una esperanza ampara a los optimistas: si algún equipo no suele hacer lo que de él se espera, ese es el Espanyol.