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En memoria de Alberto Unsain

Me he quedado perplejo ante la noticia del fallecimiento de Alberto Unsain, una persona muy querida en el vestuario del Atlético. Futre, Solozábal, Vizcaíno, Caminero, Simeone o Fernando Torres, entre tantísimos jugadores, pueden explicar quién fue Alberto Unsain en ese vestuario en los últimos 30 años. Hasta hace bien poco el Atlético era un club grande pero a la vez familiar.

Una entidad donde todos sus empleados se conocían. Sucedía en las oficinas y también alrededor del primer equipo rojiblanco. Alberto Unsain fue durante todos esos años el encargado de que nada faltara en el vestuario de los futbolistas del Atlético. No había tantos utilleros ni fisios ni médicos como ahora. En cada parcela se contaba la gente con los dedos de la mano. Entró en el Atlético para otras labores pero se fue ganando el cariño de todos y acabó como el alma mater de ese vestuario. Llegaba el primero y se marchaba el último. Siempre alejado de los focos. Siempre en un segundo plano. Pero ahí estaba. Sólo acudía a actos del equipo (cenas o comidas) cuando ya era inevitable y el entrenador de turno le reclamaba.

Hace tres o cuatro años se jubiló. Llevaba toda la vida trabajando y quería ya dedicarse a esa mujer a la que adoraba. Recuerdo la pretemporada de Sacchi en Los Ángeles de San Rafael, que nos mandó a Antonio Sanz, redactor de Marca, y a quien esto escribe al destierro. Pero antes de abandonar la concentración, cada noche cenábamos los dos con él. ¡Cuántas horas hablando de fútbol y del Atleti!. ¿Te acuerdas Antonio? Idolatraba a Luis Aragonés, el número uno para él. Y luego se alegró como pocos de que el Niño llegase a ser lo que es. Eran otros tiempos. Alberto se ha ido cuando el Atlético es un equipo muy fuerte, muy potente. Pero hubo una época que no fue así, una etapa dura, convulsa, y la primera cara que veíamos los reporteros era la suya. Bastaba con una mirada para que Alberto Unsain diera el visto bueno o no a la llegada de un nuevo entrenador. Tenía un ojo como pocos para saber lo que había en esa caseta. Adiós Alberto. Se me han escapado algunas lágrimas por tí. Y sé que no he sido el único. Ojalá este 2017 acabe pronto. Tu pérdida es la última de varias de este año maldito.