Juan Carlos Navarro, el símbolo del último gran Barcelona

Juan Carlos Navarro finalizará su carrera como jugador del Barcelona después de renovar por diez años. Es una ampliación inusual, con bajada sensible en su sueldo y salida a los despachos cuando abandone la pista, cargada de emoción y razón: el capitán es el símbolo del último gran Barça, uno de los grandes cuadros que decoran la colosal historia azulgrana. Es el último soldado en pie de la plantilla que conquistó la Euroliga de 2010. Un virtuoso violinista con 34 trofeos conquistados en 20 temporadas en la élite entre el Barcelona y la Selección a base de bombas.

Navarro era, es y será exquisito. Una prolongación de nuestros sueños dentro de una pista. Lo que tú imaginabas, él lo hacía realidad... aunque no fuera el mejor físico de la clase, lo que le hacía más grande, más querido por los que no llegábamos al aro. Sus piernas ya no funcionan como antes (son 37 años ya, más de la mitad en la élite), sin embargo su recuerdo es imborrable. Al igual que su gigantesca presencia, la más grande del baloncesto español con permiso de Pau Gasol. Solo el de Sant Boi, su amigo y compañero en Barcelona, Memphis y la Selección, puede hacerle sombra. Cada uno tendrá su favorito, pero para mí es Juanqui. Eterno Juanqui para mí y para el Barcelona con el que le une algo más que un contrato: toda una historia de alegrías y penas que se alargarán, al menos, durante una década más.