París aspira al trono del Real Madrid
El gran trueno de la jornada europea se produjo en Glasgow, donde el viejo y querido Celtic fue arrasado por el lujoso PSG. Cero a cinco, la mayor derrota sufrida en casa por el Celtic, aquel equipo que en 1967 ganó la Copa de Europa al Inter. Aquel logro, con su fútbol sincero e intenso, enriquecido por el regate del pequeñísimo Johnstone, impactó en su época. Fue el primer equipo no latino que ganaba la Copa de Europa. Inauguró una nueva época, la del llamado ‘fútbol fuerza’, que llevó a no pocos equívocos, sobre todo en España, donde no había escoceses rudos. Salían ‘johnstones’, sí, pero se les desechaba en favor de grandotes infatigables.
Eran otros tiempos. Entonces, y aun antes y por mucho tiempo después, París miraba el fútbol con la nariz un poco arrugada. París, la ciudad de los literatos y pintores, de la moda, del pensamiento, dejaba el fútbol para la periferia vinícola, industrial, portuaria... El Stade de Reims, el Saint Etienne, el Lille, el Olympique de Marsella, el Girondins de Burdeos, el Olympique de Lyon... Esos son los clubes franceses que han ido sonando en Europa. El Red Star fue un intento lejano, el Matra Racing de París, con Luis Fernández, no cuajó. Hace ya años, Canal +, para mejorar vía París su mercado de abonados al fútbol, apostó por el PSG...
Pero sólo ahora ha cuajado eso, con la inversión qatarí. De golpe, París vibra con el fútbol, a través de ese trío de ataque Mbappé-Cavani-Neymar, que da la réplica a la discutida bbC y al intento Messi-Suárez-Dembélé. Son los tres príncipes del Parque de los Príncipes, ese solar sagrado en el que siempre acababa el Tour, en el que el Madrid ganó su primera Copa de Europa. Puro París. El nuevo PSG tiene algo de artificial, porque es más bien un equipo del estado de Qatar, como bien se queja Tebas, que de obra parisina, pero ha conseguido prender la llama del fútbol bajo la torre Eiffel. París, que ya tenía todo lo demás, quiere el trono del Madrid.