Madrid olímpico: nunca digas nunca jamás

Rita Maestre, portavoz del Ayuntamiento de Madrid, asegura categórica que Madrid no volverá a optar a los Juegos Olímpicos. Supongo que quiere decir que no aspirará a la cita olímpica mientras gobierne el equipo actual, no para la eterna eternidad. Madrid ha intentado organizar los Juegos tres veces y las tres veces ha fracasado, en algunos casos en oscuras circunstancias, como se está viendo en las últimas informaciones sobre Río 2016: presunta compra de votos, contubernio supuestamente delictivo entre políticos, empresarios y dirigentes del propio Comité Olímpico Internacional. Actuación policial y judicial por medio.

Madrid presentó buenas candidaturas, pero eso era lo de menos. Las Comisiones de Evaluación situaron siempre muy arriba a la capital de España, pero a la hora de la verdad esa calidad no se reflejó en nada. Quizá porque las carísimas comisiones no valen para nada. Uno de sus habituales miembros, el exatleta sudafricano admirado por todos en su época de velocista de superélite, Frank Frederick, está en líos de sobornos y suspendido. Tampoco contribuyó la alcaldesa Ana Botella, en otro orden de cosas muy lejano, con su famosa y bochornosa frase, para siempre, “relaxing cup of café con leche in The Plaza Mayor”.

Es cierto que en las tres candidaturas madrileñas se ha gastado mucho dinero y no siempre ha sido un dinero útil para la ciudad. Pero yo creo que Madrid debe seguir luchando por tener unos Juegos, aunque será a muy, muy largo plazo.

Por lo que vamos sabiendo, en estas cosas no siempre gana el mejor, sino el que tiene la cartera más repleta de billetes, de regalos o de prebendas diversas. Ya hubo sus cosas en Atlanta 1996, en los de Invierno de Salt Lake City y de Sochi, en los de Río… Y eso es lo que sabemos. Hay otras cosas que sospechamos y otras, quizá las más fuertes, que ignoramos.

¿Pero debe Madrid rendirse y renunciar a los Juegos? No. Madrid se merece figurar en las listas de ciudades olímpicas. De eso no hay duda. Pero no olvidemos que los próximos, los de 2020, serán en Tokio; los siguientes, en París 2024 y los de más allá en Los Ángeles 2028, de forma que, en el mejor de los casos, nos iríamos a Madrid 2032. Para entonces, todos calvos, o difuntos. Y el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Madrid, muy probablemente, no esté ya en ejercicio. Por eso, el que Rita Maestre diga nunca jamás, tiene un valor que el viento se llevará. Y hablar de esas cosas, ahora, apenas tiene sentido.