Más dinero que boxeo

Pasadas las seis de la mañana, en horario español, nos situábamos delante del televisor sin conocer muy bien con qué nos íbamos a encontrar. No sabíamos si estábamos a punto de presenciar un verdadero combate de boxeo, o un show a la altura de aquella pelea en la que Rocky se quitaba los guantes y lanzaba fuera del ring a Hulk Hogan, la estrella de la WWE. Me da la sensación de que ni el propio Floyd Mayweather tenía claro a qué se debía enfrentar. No olvidemos que Conor McGregor no es boxeador, sino un luchador de la UFC, de artes marciales mixtas. Y bien que se notó en algunas fases del pleito, en las que el irlandés no paró de dar martillazos y collejas por detrás a su rival, sin que el árbitro tomara estrictas medidas disciplinarias en el lance, no fuera a ser que se empañara el espectáculo.

Los tres primeros asaltos estuvieron igualados, hasta es posible que los ganara McGregor. El estadounidense no tenía más referencia para analizar al rival que estudiar sus movimientos en esos intercambios iniciales. A partir del cuarto round, no hubo más tanteo. Mayweather sacó el repertorio que le ha convertido en uno de los mejores libra por libra de la historia y demostró al retador que para ganar en un ring hace falta algo más que sacar “el espíritu mexicano del guerrero”, como dijo McGregor. El cuerpo del irlandés acumuló golpes y cansancio, hasta que empezó a flotar por el cuadrilátero. El árbitro paró la pelea y el boxeo salvó su honor, a la par que los contendientes llenaban sus bolsillos en Las Vegas. No en vano, el honorífico título que estaba en juego era el ‘Money Belt’. El Cinturón del Dinero.