Guía práctica de libros deportivos para llevarse a la playa (II)

KO. Es agosto, mes de calles cerradas y carteles de ‘Volvemos en septiembre’, mes de playa. La colección de Hooligans Ilustrados de Libros del KO entra perfectamente en una bolsa de piscina. Pequeños, pequeñísimos de formato, escriben Manuel Jabois, Antonio Agredano, Julio Ruiz o Eduardo Rodrigálvarez. Ya del Real Madrid (Grupo Salvaje), el Córdoba (En lo mudable) o el rojiblanco (Yo me voy al Manzanares o Un soviético en La Catedral). Da igual quién, sobre qué. Todos son joyas de fútbol. Y fabulosamente escritas.

Argentina. Porque hay libros que son como un gol de victoria en el último minuto. Inolvidables. El Negro Fontanarrosa firmó muchos. El ocho era Moacyr, relato de una tarde de bar a vueltas con aquel equipo cuarto en el Apertura 1993. O Memorias de un wing derecho, el del muñeco del futbolín con vida llevado al cine por Campanella y Sacheri. O 19 de diciembre de 1971, la semifinal Newell’s-Central del Torneo Nacional 1971 y el secuestro del Viejo Casale. Se dice que nunca nadie escribió mejor sobre la pelota. ¿A quién sorprende? Nació en Rosario, como Messi.

La lista. Como en aquel anuncio de Coca-Cola, Jorge Sanz enumera en su librería Esteban Sanz, referente de deporte de España, tras la Puerta del Sol, los imprescindibles. Sólo le falta el acento argentino. Para la playa, El método Monchi. Para el psicólogo, Fútbol: la mentalidad de los equipos ganadores. Para el niño, Aprender a jugar jugando, del Profe Agustín Quihilaborda. Para el abuelo, Delanteras míticas: los mejores ataques del fútbol vintage. La Máquina de River, La Escuadrilla de la muerte de Peñarol, Los Cinco Magníficos del Zaragoza están en él. Porque sí, solían ser cinco, y se recitaban de memoria.

Literatura. Veinte años antes de que los Canario, Santos, Marcelino, Villa y Lapetra llenaran bocas y titulares al pie del Pilar, situó Ramiro Pinilla la trama de Aquella edad inolvidable, historia de Souto Menaya Botas, ahora albañil por una lesión, tras haber tocado el cielo en San Mamés, con el Athletic y un gol en la final de Copa del Rey de 1943. Es fútbol y es literatura. Como el Fiebre en las gradas de Nick Hornby, obra de culto, como también su Alta Fidelidad. Ambos son de Anagrama, como uno de los libros de este verano, Tierra de Campos, de David Trueba, de esos que lees y se te quedan a vivir adentro. Es literatura con guiño al fútbol. Porque lo tiene. Su protagonista, en sus páginas, en un viaje a Japón, se confiesa. Hincha acérrimo del Atleti es.