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Casemiro, el talento y el cemento

Ganó el Madrid la Supercopa con una convincente victoria sobre el Manchester United, que será un equipo difícil de superar y poco atractivo a la vista. Mourinho ha decidido protegerse con altura y kilos. Los tres fichajes fundamentales de esta temporada han sido el central Lindelöf (1,88 metros), el centrocampista Matic (1,94) y el delantero Lukaku (1,94). Será difícil encontrar un equipo con una media tan alta de estatura, cercana al 1,90 en un día cualquiera de la temporada.

Mourinho quiere seguridad y la encuentra en unos jugadores con un físico que impresiona. El Manchester no está diseñado para la belleza y la aventura. Perderá pocos partidos, porque hay mucho cemento en el United, pero le costará imponerse con claridad. Será un equipo para resultados cortos, como sucedió frente al Real Madrid, más ligero, menos predecible y más atractivo que el equipo inglés.

El partido ofrecía algunos interrogantes para el Madrid, que llegaba a la final de la Supercopa con varios malos resultados, poca actividad goleadora y bastante atonía en el juego. Necesitaba un duelo de verdad para estimularse y ofrecer una idea de su estado. El Manchester United, con su prestigio a cuestas y Mourinho en el banco, era el rival perfecto.

La distancia entre los dos equipos fue apreciable durante la mayor parte del encuentro. El Madrid pagó más su declive físico en el segundo tiempo que la crecida del Manchester United, que vivió del pelotazo a Fellaini para desestabilizar a la defensa. Lo consiguió en ocasiones, pero es un recurso simplón que volverá a afectar negativamente a su equipo. Condiciona absolutamente el juego de Manchester, lo vuelve previsible, unidimensional, demasiado primario.

A largo plazo es una malísima inversión. De hecho, el Manchester United no ha ganado la Premier desde el fichaje de Fellaini. El belga no tiene la culpa, pero mucha responsabilidad ha recaído en los entrenadores que le han utilizado como pieza esencial del juego. Más talento y recursos tiene el joven Rashford, probablemente el mejor jugador libra por libra del Manchester United. La presencia de Ibrahimovic y ahora de Lukaku le penaliza bastante porque obliga a Rashford a jugar por fuera más de lo conveniente.

La superioridad del Madrid fue meridiana en el capítulo técnico. La sutileza de sus centrocampistas no encontró respuesta en el equipo inglés, aunque fue Casemiro, el menos sutil de todos ellos, el héroe del encuentro. Casemiro es un gran futbolista sin apenas fisuras en su juego. A su extraordinaria capacidad defensiva, fundamental en un equipo donde dos y hasta tres jugadores se borran en la recuperación, añade la inteligencia para anticipar las situaciones delicadas y una distribución del juego más que correcta.

A Casemiro le discute más un pequeño sector del periodismo que los aficionados del Madrid. Es un jugador que gusta al pueblo llano, que no le pone ninguna pega. En el Bernabéu no le desacredita que llegara por 5,5 millones de euros al Real Madrid, sin el fulgor de otros fichajes. Tuvo mérito Ramón Martínez cuando recomendó su contratación y tuvo razón Rafa Benítez cuando pidió su regreso tras su cesión al Oporto.

Nadie imaginaba, sin embargo, la contribución de Casemiro en la cuenta de goles del Madrid. En el último año ha marcado más que Kroos y Modric, y sobre todo ha clavado goles varios de los partidos más importantes de la temporada: frente al Nápoles en los octavos de la Liga de Campeones, a la Juventus en la final de Cardiff y al Manchester United en la Supercopa. Bien mirado, Casemiro es una mina para el Madrid.