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El regreso, cinco años después

Cinco años después, regreso al Estadio Olímpico de Londres. Aquí nació el blog El deporte y la vida, mientras narraba las hazañas de un guerrero de la etnia masai que galopaba en una carrera de 800 m tan imposible como soñada e irrepetible. Ahora, en los Mundiales, me volveré a reencontrar con David Rudisha, y con otros muchos dioses del estadio y fabricantes de emociones. Volverá a ser un espectáculo tan único como este bello y viejo deporte que nos reconcilia con lo mejor de la especie humana, al tiempo que nos alerta de lo peor: el fraude, la mentira, las trampas, el dopaje. Sólo el atletismo puede reunir en una cita a 203 países y 2.038 competidores. Y sólo en este deporte puede haber medallistas de tantos países diferentes, incluso del más pequeño o pobre del mundo.

Será un Mundial de noches mágicas. Espero la máxima excelencia de Wayde van Niekerk, a quien pronostico un doblete en 200 y 400 m. No me perderé ni un detalle del mejor duelo del atletismo femenino actual, en triple salto, con Caterine Ibargüen y Yulimar Rojas. Me sentiré un poco británico con las hazañas de Mo Farah. O africano con las estrellas etíopes y kenianas. Aventuro que se batirá algún viejo récord del mundo, de los del siglo pasado. Y beberé gota a gota de cada una de las últimas zancadas del jamaicano Usain Bolt en una pista. Será probablemente el mejor Mundial de la historia, en el que también está el atletismo español, con un amplio equipo y pasión por competir, lo que no garantiza medallas... pero sí una actitud envuelta por la cultura del esfuerzo.