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RAÚL ROMOJARO

La piedra en el zapato de Ángel Nieto

No es que el asunto le obsesionara, faltaría, pero sí que se había convertido en una piedra en el zapato para Ángel Nieto. No conseguir el Premio Princesa de Asturias del Deporte (antes Príncipe) se le antojaba una tremenda injusticia no sólo para él sino también para el deporte que representaba. Como tantos de nosotros, era incapaz de entender el desprecio del jurado hacia su trayectoria deportiva, del mismo modo que las estrafalarias decisiones que ocasionalmente tomaban al elegir al galardonado. Todo ello sin olvidar que el único piloto de motos que lo ostenta fue Sito Pons (1990), con un palmarés obviamente incomparable al del zamorano. Quizá el mensaje de ayer de la Casa Real debió llegar antes, para que los miembros del jurado tomaran nota: “En memoria de Ángel Nieto, el más grande. De él nació el mejor motociclismo del mundo, el nuestro. Inmenso campeón, mejor persona”.

Ángel siempre comentaba que no tendría este premio pero sí otro mucho más valioso: el del cariño de los españoles. Nieto era un hombre del pueblo, no es una frase hecha sino una realidad incontestable. De Zamora a Vallecas y siempre junto a su gente. Su familia, sus amigos, sus seguidores. Para todos tenía lista una palabra de cordialidad o un gesto de cariño, el mismo que recibía de los demás con lógica reciprocidad. Imagino que muchos de esos expertos en deporte que durante tantos años le ningunearon asistirán hoy abochornados a la respuesta popular que ha merecido tan triste pérdida. Nadie se ha mostrado indiferente ante la desgracia, las muestras de condolencia son incontables y desde todos los estamentos de la sociedad, la admiración por su categoría personal y deportiva resulta abrumadora. Por mucho que algunos no lo quisieran ver, Ángel Nieto es un grande del deporte español y mundial. Que se queden con su premio, los que amamos el motociclismo no lo necesitamos.