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Hace hoy diez años se puso la primera piedra del Nuevo (ya viejo) Mestalla

Tal día como hoy. Hace hoy 10 años se puso la primera piedra del Nuevo (ya viejo) Mestalla. Y ahí sigue, viendo pasar el tiempo, cual Coliseo romano en ruinas. La obra se frenó en seco en febrero de 2009. Su historia resume las causas y consecuencias de la burbuja inmobiliaria. Es también el relato de mil promesas incumplidas. Desde agosto de 2010 tendría que estar el Valencia jugando allí. Pero hoy ni tan siquiera hay fecha prevista para que vuelvan las máquinas a ese esqueleto de cemento que, tras una década ahí plantado, forma ya parte del paisaje urbanístico de la ciudad.

Grandes eventos. El Nuevo (ya viejo) Mestalla nació con la hipérbole de aquellos años. Con la vitola de que iba a ser el mejor estadio de Europa y posiblemente del mundo. Eso fue lo que el presidente Juan Soler le prometió a la alcaldesa Rita Barberá. Eso y que tendría una pista de atletismo por si algún día la ciudad aspiraba a ser Olímpica. Sería también uno de los más caros: 350 millones. 75.000 espectadores, todos bajo techo; una sala de prensa para 500 periodistas, como si se fuera a disputar cada día la Super Bowl; y, entre otros lujos, madera importada de África. 

La burbuja explotó. El problema estuvo en el modelo de financiación, que no lo hubo. El Valencia de Soler vivía bajo el prisma de la cultura del pelotazo. El Nuevo (ya viejo) Mestalla se pagaría con la venta del viejo (hoy rejuvenecido tras tunearlo) Mestalla. Pero uno se empezó a construir sin tener comprador para el otro y, de repente, explotó la burbuja. “¡Paren máquinas!”, gritó el capataz. Y así continúan a día de hoy. El Valencia lleva invertidos 150 millones, más otros 18 millones que pagó el club por los terrenos que eran del Ayuntamiento (dinero que no vio el consistorio hasta la llegada de Lim). El que más cerca estuvo de reanudar la obra fue Manuel Llorente cuando NewCoval, un proyecto ideado por Rodrigo Rato y que frenó la Bankia de Goirigolzarri al no cumplirse hitos del contrato. Operación, por cierto, de la que después se habló en sumarios y tribunales.

Rediseños. De aquel proyecto faraónico de Soler sólo queda el esqueleto. El arquitecto Mark Fenwick lleva hechos dos rediseños para abaratar costes. Adiós a la cubierta icónica, a la pista de atletismo, a 15.000 localidades... Así por encima faltan unos 100 millones para acabarlo, que es lo que Lim ha ‘invertido’ en Abdennour, Enzo, Negredo y Santos. Pero Lim no tiene obligación de terminar el estadio (“To procure” se escribió en el contrato de compra del Club). Así que lo del Nuevo (ya viejo) Mestalla lo tiene el asiático en la carpeta de ‘Asuntos Pendientes’.