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Oro en campo contrario

No le faltan campeonatos y medallas a Mireia Belmonte, cuya excepcional trayectoria se remonta a su adolescencia. A su brillante etapa juvenil le ha seguido una carrera que le ha convertido en una de las nadadoras de referencia en los últimos 10 años. Le faltaba una victoria en los Mundiales, hueco que cerró ayer en Budapest. Su éxito tuvo un valor añadido: Mireia se impuso a Katinka Hosszu, cuya figura trasciende lo deportivo en Hungría.

Las carreras de Mireia Belmonte y Hosszu han discurrido en paralelo. Pertenecen a la generación que se presentó en sociedad en los Juegos de Pekín, en 2008. Belmonte llegaba precedida por su gran trayectoria en la categoría junior. Hosszu era la gran esperanza de Hungría, un país que apenas admite competencia en su amor por la natación. Su participación en los Juegos de Atenas 2004, con apenas 15 años, habla de su precocidad.

Las dos tuvieron dificultades para consagrarse. Belmonte sufrió en Pekín el peor revés de su carrera. Le costó ajustarse a las nuevas exigencias y a las expectativas que había creado. Se temió por una fragilidad competitiva que nunca se concretó. Al contrario, Mireia Belmonte se ha acreditado como una feroz competidora, acostumbrada a crecer según progresan los grandes campeonatos.

Esta versión de Belmonte comenzó a fraguarse con la tutela del técnico francés Fred Vergnoux. La vacilante joven de Pekín 2008 se transformó en una nadadora de acero en Londres 2012, donde logró dos medallas, bronce en 200 mariposa y plata en 800 metros libres. Desde entonces, es una habitual de los podios. En los Juegos de Río alcanzó su sueño con la victoria en los 200 metros mariposa, su prueba de mayor fiabilidad. Lo confirmó ayer.

Katinka Hoszu, que ha hecho de la natación un trabajo estajanovista, evidenció que no es inmune a la fatiga. Después de su periodo en la Universidad del Sur de California (USC), donde fue figura, participó en los Juegos de Londres como favorita en las pruebas de estilos y en los 200 mariposa. En contra de los pronósticos, cada día fue peor que el anterior. Nada que ver con el apodo que le ha acompañado desde entonces: La dama de acero.

Su relación sentimental y profesional, con Shane Tusup, ex nadador de USC y controvertido entrenado, cambió su mentalidad, algo parecido a lo que sucedió con Mireia y Fred Vergnoux. Después de erigirse en la nadadora más incansable y versátil del mundo, Hoszu tenía la oportunidad de disfrutar en Budapest de un baño de medallas y entusiasmo popular. Por fin jugaba en casa.

Este escenario peculiar concede mayor mérito a la victoria de Mireia Belmonte, que maneja el 200 mariposa como si fuera el jardín de su casa. Hosszu no se resistió. Por fin pareció vulnerable. Comenzó a flaquear después de los 100 metros y Mireia atacó. Fue algo más que su primer oro en un Mundial. Ganó en campo contrario a la diva de Budapest.