Luis García, único talismán perico en un estadio maldito
Pese a tratarse de uno de los adversarios que más veces visitó el Vicente Calderón, el Espanyol apenas añorará el estadio del Atlético, puesto que sólo salió vencedor en cinco ocasiones. Y la primera data ya de 1997, tres décadas después del primer enfrentamiento (una premonitoria goleada, que iba para 5-0 hasta que la maquilló José María de penalti), gracias en parte a un gol de Kiko en propia meta. Se puede asegurar que el único perico talismán en el Calderón ha sido Luis García.
El asturiano participó con un gol en tres de esas cinco victorias del Espanyol, que resultan ser las más contemporáneas y a la vez las más sonadas. El 10 de diciembre de 2006, culminó el 1-2 que había iniciado Tamudo. Justo un año más tarde, repetirían marcador, goleadores y orden. Y, en ambos casos, con la colaboración inestimable de De la Peña. El trío maravilla. Hubo que esperar a 2010, al 27 de noviembre (se conoce que a los blanquiazules les iba el frío del Manzanares) para vivir el tercer triunfo del Espanyol en el Calderón con Luis García de estrella. Y por partida doble.
El delantero no sólo abrió la cuenta anotadora, de penalti. También dio la asistencia del definitivo 2-3, que Osvaldo convirtió con una volea en uno de los mejores (sino el mejor) tanto de los pericos en el estadio rojiblanco. Y, por si esto fuera poco, fue protagonista en la trifulca que, en los instantes finales del partido, le enfrentó a Quique Sánchez Flores. Quiso perder tiempo el asturiano con la lesión de Javi López y fue a buscarlo enfurecido el entonces técnico del Atlético, ahora del Espanyol (quién lo iba a decir aquella noche), que se ganó la expulsión.
El resto de visitas, con salvedades como el 0-0 del curso pasado o el 1-1 con gol de Jarque en 2005, se contaron por decepciones. Como cuando, en octubre de 1995, llegaban invictos (15 puntos de 15) y perdieron el liderato con un 2-1. O la semifinal de la Copa de la Liga de 1985, que se sentenció en la ida: 5-1.
Para hacerse una idea del maleficio, el mejor partido del Espanyol en el Calderón lo jugó realmente desde la distancia (y no es la final de Copa en Mestalla): en la última jornada de la temporada 1970-71, el Atlético conquistaba la Liga si derrotaba en el Manzanares al Barcelona y los pericos a su vez vencían en Sarrià ante el Valencia, líder. El Espanyol hizo los deberes. Atlético y Barça, no. Entre talismanes y maldiciones.