El curioso caso Verratti-PSG-Barça
El caso Verratti-PSG-Barça ha producido una curiosa situación sobre la que merece la pena reflexionar. El jugador pertenece al PSG, el Barça lo pretende y el agente, Donato di Campli, está muy a favor de la operación. Lógico. Cada agente que mueve a un jugador se lleva un dinerete bueno. Pero el PSG no lo quiere vender. No quiere simplemente porque no quiere, y está en su derecho. Si usted está contento con su moto, no la vende, y no hay más que hablar. El agente, contrariado, ha desbarrado y ha acusado al jeque de Qatar (el PSG es de capital qatarí) de tener prisionero a Verratti. El jugador ha salido a desautorizarle severamente.
Los agentes ganan dinero moviendo a los futbolistas que les han confiado sus carreras, previa firma. Y se da el caso de que tiburoncetes de medio pelo disponen de las vidas profesionales de muchachos bien dotados para el fútbol, con cuya firma se hicieron en un momento feliz y no siempre administran escrupulosamente. Este es un caso claro, pero no el único. Verratti quizá estaría mejor en el Barça que en el PSG. El Barça es más club, tiene a Messi, necesita manejo en el medio campo. Pero no es prisionero de nadie, vive en París, con un gran sueldo, eje de un proyecto de futuro, y las palabras de su agente no son proporcionadas ni justas.
Los futbolistas son muchachos que juegan bien al fútbol. Sus carreras están controladas por personajes que les sacan muchos años, de los que se puede esperar una sensatez. Pero no siempre se da. Guiados por su codicia, llevan a sus poderdantes por vericuetos peligrosos, les indisponen con sus clubes o con Hacienda, les utilizan, salvo raras y nobles excepciones, como mercancías cuyo nuevo flete les deja ganancias. Ahora hemos visto cómo Donato di Campli se ha canteado en el caso Verratti, al que el PSG no suelta. Me ha gustado la respuesta del jugador, que viene a decirle: ‘Hasta aquí hemos llegado. Si no me llevas al Barça, al menos no la líes’.