El mismo fin de semana que el Real Madrid cantó la Duodécima Copa de Europa de fútbol, el FC Barcelona aspiraba a la Décima de balonmano. No hubo ocasión. Al Barça le había tocado la cenicienta del sorteo en semifinales: el Vardar de Macedonia. Pero a veces los cuentos se hacen realidad. El Vardar tumbó el sábado al potente equipo azulgrana, que está construido para triunfar en el continente, porque España se le ha quedado pequeña. Y el domingo repitió gesta ante el PSG, el club más poderoso del planeta, con los intimidantes Karabatic, Hansen, Narcisse, Omeyer y Abalo en sus filas. Mientras el Madrid celebraba su título por la capital, otros seis españoles campeonaban en Colonia. Uno de ellos, el entrenador, se llama Raúl González. Por aquellas caprichosas casualidades de la vida.

Raúl González comparte banquillo con David Davis, su segundo. Dos ilustres exjugadores internacionales que fueron bronce olímpico en Atlanta 1996 y Pekín 2008, respectivamente. Bajo su dirección, cuatro españoles: Joan Cañellas, Jorge Maqueda, Alex Dujsebaev y el naturalizado Arpad Sterbik, nombrado MVP de la final. La crisis económica obligó a técnicos y jugadores a emigrar. Y los éxitos se suceden más allá de nuestras fronteras. El Vardar releva en el palmarés de la Champions al Kielce polaco, que ganó el título con Talant Dujsebaev a los mandos y con el penalti decisivo a cargo de Julen Aginagalde. Todos los nombres que he citado en este párrafo, menos Maqueda, formaban parte de la estructura del desaparecido Atlético de Madrid (antes Ciudad Real). La oposición que ya no tiene el Barça en España... Pero sí en Europa.