Dumoulin llama a la puerta del Tour
Tom Dumoulin alzó los brazos y se autoproclamó vencedor justo cuando vio que Nairo Quintana cruzaba la pancarta de un kilómetro a meta y sólo le quedaba un minuto para salvar el Giro de Italia. Misión imposible. Hasta esa explosión de júbilo, al ciclista de Maastricht se le veía pálido, en plena agonía. Sufrimiento extremo. El GPS del Giro, caótico y revoltoso durante toda la carrera, había vuelto a hacer una de las suyas y había situado al colombiano a sólo tres segundos de la gesta. Dumoulin estaba angustiado. Y a los fieles seguidores de Nairo se les abría una ventana de esperanza. No hubo milagro. El neerlandés es muy superior en la lucha contra el reloj y no dejó escapar la oportunidad sobre los 29,3 kilómetros que conducían al Duomo de Milán. Tenía que remontar 53 segundos y le sobraron 31.
Dumoulin inscribe su nombre por primera vez en una grande. Y lo hace ante dos ilustres del pelotón actual: Nairo y Vincenzo Nibali. Ya estuvo a punto de lograrlo en la Vuelta a España 2015, pero sucumbió el penúltimo día en la Morcuera. Su triunfo le llega en plena madurez: en noviembre cumplirá 27 años, la misma edad que tenía Miguel Indurain cuando conquistó su primer Tour de Francia. Disculpen otra vez que los compare. Su victoria hace justicia a lo que hemos visto en la carretera: sólo los dos minutos que perdió por un inoportuno apretón pusieron incertidumbre en la general. La salud también corre en bicicleta. El último vencedor de su nacionalidad fue Joop Zoetemelk, en el Tour 1980. El ciclismo recupera a un país clásico en el palmarés de las grandes. Y estrena un campeón que apunta a cotas más altas: el Tour debería ser su próximo reto.