Laso y el Real Madrid, lo difícil ya es costumbre
De un tiempo a esta parte, mayo huele a título europeo en el Real Madrid. Resulta fácil acostumbrarse a lo bueno, pero lo único evidente es que a uno y otro lado del club, desde el balón al pie de Cristiano a las canastas imposibles de Llull, no hay temporada que no se luche por el mayor trofeo continental. Los de Laso acaban de sellar su billete a la Final Four y lo han hecho con esa pasmosa facilidad de resolver el entuerto cuando la carretera más pica hacia arriba. Tras el 1-1 con el que viajaron desde Madrid. Con dos victorias seguidas en Estambul.
Lo mejor de la tarde turca de este viernes nos lo regala la estadística. No hay un nombre propio en el titular de portada, sino un equipo. Y eso cuenta doble, especialmente para quienes se desgañitan mientras pintan y borran en la pizarra en cada tiempo muerto. Especialmente para los entrenadores, como Pablo, entrenador grande ya en la historia blanca. Quince puntos de Randolph, 11 de Doncic, 12 de Carroll, 17, Thompkins 15...
Volvamos a Pablo. Lo conocimos como base de filigrana en el TAU, disfrutamos de su manera de jugar y hacer jugar, y ahora asistimos a su crecimiento en la historia de la Euroliga. La de Estambul será su cuarta Final Four con el Real Madrid, que se dice pronto. Tiene un título ya, el de 2015, busca otro. Y otros. Me cuentan que no pierde la seriedad, su temperamento en los partidos da muestro de ello. No regala nada, pero lo da todo. Es su rara habilidad para hacer dos cosas al mismo tiempo. Algo lógico en quien es el líder histórico de la ACB en robos de balón y asistencias de nuestro baloncesto.