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La música del sueño sonó tarde

El Leicester City venía cargado de ilusión y resultó que tenía más juego del que mostró en tres cuartas partes de esta eliminatoria, aunque hubo que esperar al final para descubirlo. Los ingleses llegaron al Power King con un “lo hemos hecho antes, por qué no de nuevo”, que tenía poca lógica futbolística. El taxista de camino al estadio me dijo que lo del Sevilla (tres postes, dos penalties fallados) no fue mala suerte, sino el destino. Se contaba quizá demasiado con lo incontrolable y el (buen) Atlético deja muy poco al azar, como se vio en la primera mitad. Al inicio los colchoneros dieron todas las versiones posibles (la del control, la de la contra, defensa arriba, defensa atrás), mientras que los locales mostraban la menos sofisticada: dos pases y balón largo, insuficiente a todas luces a estas alturas de la competición.

Me habían avisado dos conocidos exfutbolistas de la Premier que casi nadie quería que pasara el Leicester entre la gente del fútbol: un milagro en cuartos de final lo consideran una afrenta porque menosprecia el trabajo que hay detrás de equipos complejos como el Atlético. El gol de Saúl puso las cosas en su sitio pero el Leicester sacó de la maleta algunos de los instrumentos de música con los que había creado el himno al Sueño Más Bonito del año pasado. Pero demasiado tarde.