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Isco hizo un partido para el recuerdo

Tardaremos en olvidar este partido de Isco. No ya por los dos goles, que fueron preciosos y decisivos, sino también por su participación, su insistencia, su juego, su moral, su capacidad de arrastre. Estuvo por encima de sus compañeros, por encima del partido. Del Madrid de ayer se podría decir lo del Athletic en los grandes años de Iribar cuando el resto del equipo decaía: “Iribar y diez más”, se decía. Ayer el Madrid fueron Isco y diez más. Esta vez la segunda unidad, tan alabada por sus partidos recientes en Eibar y Leganés, que ganó con solvencia, lució menos. Salieron confiados y casi lo pagan. Los halagos debilitan. Les salvó Isco.

El primer gol fue una maravilla, una maniobra en el área con un primer regate que fue una especie de cola de vaca con el tacón, y un segundo más simple, con pleno dominio de la distancia, del amago y del movimiento del rival, para terminar colocando el balón con la izquierda, su pierna ‘mala’, suavemente en la escuadra. El otro fue más suyo: un tirazo raso desde la frontal, con ese movimiento de recoger el tobillo que le cambia la jugada al portero, que espera el tiro al segundo palo y lo encaja por el primero. Imparable. Eso ya en el descuento, con todo el drama encima, y después de noventa minutos corriendo, jugando y mandando.

Sabe mal que Isco no juegue más. Es cierto que en el Madrid es difícil jugar, pero no para todos. Bale juega esté como esté. Benzema, lo confesó él, ha estado jugando con cinco kilos de más. Con que arriba jugara sólo uno de estos dos con Cristiano, habría sitio para uno más, e Isco lo merecería. Como merecería jugar más en la Champions, donde James pasa por delante en los ratos libres porque es cromo caro y hay que lucirlo en los grandes escenarios. Me explico que Isco se sienta defraudado. Ha trabajado por mejorar su físico y su aportación. Lo de ayer fue descomunal. Pero, ¿y ahora...?