Luis Enrique ha resucitado a un equipo que impresiona
Una nueva esperanza. Hace mucho tiempo en una galaxia muy, muy lejana (hace mes y medio, pero para la prensa la grandilocuencia es la salsa) existía un equipo perdido, sin rumbo, que había perdido la esperanza. Que fue derrotado en París ante toda Europa. Un 4-0 humillante que les dejaba a las puertas del Averno, fuera de la Champions y fuera de una Liga que dominaba el Imperio del Madrid con mano de hierro.
El Imperio contraataca. Pero tras la mayor derrota posible, el jefe del equipo dijo que se iba. Era un hombre taciturno, arisco en sus ruedas de prensa. Buen entrenador, por supuesto, pero con un serio problema de comunicación. Al tiempo que dijo que tomaba las de Villadiego (o un veraneo en La Escalona) cambió el dibujo de su escuadrón de ataque. Un grupo que dejó de ser previsible y de dilatar tiempos para ser valiente y optó por adoptar una táctica arriesgada en la que cada partido suponía un examen para sus jugadores y los más críticos observadores.
El Retorno del Jedi. Y resultó que el regreso a la esencia pasaba por volver a jugar como antes. A calzón quitado. Con tres defensas y a marcar un gol más que el contrario. Con Messi en el centro del ataque dirigiendo el Poder de la Fuerza, con Neymar realizando maniobras imposibles a lo Han Solo pilotando el Halcón Milenario y con Luis Suárez siendo el Chewbacca del área. Y así se remontó una eliminatoria perdida en Europa y se sigue vivo en la Liga presionando al Imperio. Todo queda pendiente de la batalla del 23 de abril. Donde se trata de asaltar la ‘Estrella de la Muerte’
La amenaza fantasma. Pero antes de llegar a esa batalla final, al Barça le queda por liquidar un serio compromiso ante una institución tan imperial como la Juventus. Un duelo de Champions en el que cualquier error penaliza doble. Los turineses no son los pardillos del PSG.
El Poder de la Fuerza. Pero ante aquella situación que apuntaba una crisis brutal, Luis Enrique inyectó vitaminas. Primero comunicando en el tiempo adecuado y justo su renuncia; luego, volviendo a un dibujo agresivo y romántico y tercero relajando su discurso. El Barça se parece más al Barça desde que Luis Enrique dijo que se iba. La fuerza es poderosa.