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Iniesta, Dios con la edad de Cristo

Iniesta es Dios con la edad de Cristo. Andrés cumplirá 33 años el próximo 11 de mayo y para mí, que soy un clásico, representa todo lo contrario que Mbappé, por ejemplo. Iniesta, que es campeón de Europa y del Mundo, múltiple campeón de Europa y de Liga, es un futbolista que ha llegado a la cima quemando todas las etapas del canterano. Le sacaron de su pueblo aún de niño y por dos duros. El entonces presidente del Albacete, Rafa Candel (un grandísimo presidente) aún se enfada cuando recuerda cómo se lo llevaron. El tiempo le ha dado la razón: Iniesta rompió hace años en uno de los mejores de la historia. Y con una humildad que nunca tendrán otros.

Tengo debilidad por Iniesta, como la mayoría de los españoles precisamente porque ha triunfado con grandeza. Anoche, frente a una nueva generación de futbolistas genéticamente perfectos, altos, fuertes y rápidos volvió a emerger el fútbol del pocaplaya, como le llamaba con cariño Luis por la blancura de su piel (“Es más blanco que un lavabo”, decía). Mucho Mbappe, Mendy, Lemar... mucho casi adolescente de cien millones, con cuerpos de gacela, con buen fútbol... pero a años luz de Iniesta. “Si la mañana de un domingo le vieras sentado en el banco de la plaza del pueblo leyendo un periódico nadie se daría cuenta de que es Iniesta”, me dijo un día de él José Antonio Camacho. Efectivamente, Iniesta no tiene la velocidad de Mbappé, ni el cuerpo de Lemar ni la fuerza de Mendy. Ni viste ni habla como ellos. Pero para su generación, Iniesta ( y Messi) es Dios y Xavi su profeta.