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Cruyff: luctuoso aniversario

Cruyff y Montal. No se me olvidará nunca, estaba en el plató de la televisión echando un vistazo a los últimos detalles para empezar Minuto 0, una y media recien pasadas, Ricardo Sierra estaba realizando una prueba de imagen desde la concentración de la selección española, y en ese momento dijo: “Chicos, ha muerto Johan Cruyff”. Casi a la par mi compañero Joseba Larrañaga entraba pensativo, se lo acababa de decir Relaño en maquillaje. Parece mentira que haya pasado un año. Un año y un día. Caprichos de la vida, horas antes del aniversario del holandés, fallecía el expresidente Agustí Montal, el hombre que se encabezonó en ficharle. Si aún tienen por casa el AS del jueves, echen un vistazo al artículo de Santi Giménez, página 19. Sepan quién fue y qué hizo. Para estas cosas, siempre es mejor el papel. Desde aquí nuestro homenaje a los dos.

La decisión de Llull. Era la última jugada, España perdía ante Turquía en el Eurobasket de 2009. El seleccionador Sergio Scariolo decide que el jovencísimo Sergio Llull se la juegue, explosivo se dirige al aro, dientes apretados, quiere dar la victoria a España, y si es metiéndola para abajo, mejor. Los otomanos evitan la acción y España pierde. Fue un momento complicado para el jugador, pero Scariolo en aquella decisión ya intuía liderazgo.

Un lujo tenerle. Hoy Llull es, seguramente, el mejor jugador no NBA. Es el amo cuando la bola quema, tira como un balcánico, tiene los muelles de un escolta universitario y el alma en cancha del más caliente de los jugadores que imaginen. Con Llull tienes la sensación de que la va a enchufar siempre que duela, en eso es un Nicos Gallis siglo XXI, genera terror al rival. Decidió quedarse, valoremos lo que hizo. Lujazo.

Empieza el motor. Al fin se viene el semáforo verde. Se acabaron las especulaciones, momento de quemar goma. Márquez y su reinado, Lorenzo de rojo, Rossi y sus manos, Maverick opositando y Pedrosa a la chita callando. Más madera no es posible. Mela contará mucho y bueno para los españoles. Manolo Franco no lo tendrá tan fácil: el mazo de Hamilton, la ambición de Vettel con su Ferrari que acecha y el maravilloso descaro de Verstappen. En ese mar se mueven Alonso y Sainz. La posibilidad de un podium para Carlos es premio gordo. ¿Fernando? Imaginen cómo debe sentirse un bicampeón con un coche cuyo mayor triunfo mañana es acabar la carrera. El día de la marmota.