El derbi es una fiesta para todos
No creo que haya muchos partidos tan grandes como el derbi gallego. La atmósfera, con un tifo espectacular y con la grada entregada, pone los pelos de punta hasta en China. Hay detalles a corregir, está claro, pero la mayoría son actos positivos. El Depor aterrizó en loor de multitudes, el Celta fue recibido con una honesta hostilidad. Sólo hubo un descerebrado entre cientos que lanzó una botella a la llegada del autobús visitante. E incluso se veía entre la afición deportivista a un celeste perfectamente integrado.
Ya dentro del estadio más de lo mismo. Ver a las dos aficiones cantar al unísono el himno gallego es una verdadera delicia. También hubo algún cántico que se llevará la correspondiente multa de Tebas, pero en general fue una fiesta. No entiendo cómo puede haber gente capaz de desearle la muerte a alguien (sucedió con Aspas y Joselu), son actitudes que aún toca corregir. Y estoy seguro que esos mismos que insultan, luego se indignarán porque un jugador celebre un gol señalando su escudo. La capacidad de hipocresía del ser humano es infinita. En lo futbolístico, el Celta supo aprovechar el excesivo conservadurismo de Mel para llegar con vida al último tramo del partido y meter el cuchillo en el momento preciso. Lo hizo Aspas, un jugador que cada vez que pisa área es letal. Lo dicho, el derbi es una fiesta para disfrutar. El odio no tiene cabida