Cargos contra Sampaoli

El torrente de conclusiones por la eliminación del Sevilla, en caliente por la noche en las entrañas del King Power Stadium o en frío por la mañana en la terminal del aeropuerto de East Midlands, era triste. Sobre Nasri cayó el peso de la frustración de la gente. Su autoexpulsión. Pero el hombre del día era Jorge Sampaoli. Nadie se explica alguna de las cosas que pasaron en Leicester. Que Rami tirase una falta directa sin previo aviso, que nadie supiese quién lanzaría el penalti hasta que lo ejecutó Nzonzi. Que Jovetic fuese suplente. Que lo expulsasen por segunda vez en un partido de Champions. Que el equipo haya caído en resistencia física y agilidad mental. Que haya perdido todas las eliminatorias que ha jugado este año (las dos Supercopas, los octavos de Copa ante el Madrid y esta última eliminación en Leicester).

Sampaoli, ese es su gran mérito, removió el Sevilla. Emery se marchó de súbito después de ganar tres Europa League y se temió que su ausencia generase un vacío imposible de cubrir. Sampaoli ha sido una ilusión. Por su discurso, por sus planteamientos atrevidos y agresivos. Por no tener miedo en ilusionarse e ilusionar a la afición con que lo máximo era posible. Y por su fútbol y sus resultados. Ahora que llega la derrota, alguno de sus métodos, algo herméticos por más que prometió aperturismo, se ponen en discusión.

Monchi envuelto el lágrimas tras la derrota en Leicester

Una derrota como la de Leicester, con Monchi envuelto entre lágrimas y la afición decaída, no suele ser el mejor momento para sacar conclusiones. Que el Sevilla se quedaba sin aire se veía hace semanas. Cuando sacó por los pelos los partidos ante Eibar, Las Palmas, Athletic, Betis… y finalmente se dobló ante Alavés y Leganés. Es ahora, no cuando el viento sopla descaradamente a favor, cuando se ve a los entrenadores con jerarquía. No habría que olvidar que Sampaoli sigue firmando a estas alturas la mejor puntuación de la historia del Sevilla en la Liga. Desde hoy tiene un reto: levantar al equipo después de la noche más triste del sevillismo en años. Y empieza rápido. En el Calderón.