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TOMÁS RONCERO

Te quiero, camero

En el descanso me empezó a doler el pecho. Intenté tranquilizarme. Pero me di cuenta que era producto de la angustia. El infierno de San Paolo me estaba abrasando...

Ramos Fútbol Club. En el descanso me empezó a doler el pecho. Intenté tranquilizarme. Pero me di cuenta que era producto de la angustia. El infierno de San Paolo me estaba abrasando, como a todos los madridistas. Ese primer tiempo lo recordaremos como una pesadilla de balas azzurri, que nos pasaron por encima hasta hacernos dudar del futuro en Europa del vigente rey de la Champions. Pero cuando todo pinta mal, cuando los debates sobre la BBC echaban fuego, cuando Mertens e Insigne convertían cada contra del Nápoles en un homenaje a Maradona, cuando los agoreros ya se frotaban las manos imaginando una caída del Imperio Vikingo y una remontada del Barça ante el PSG... En esos momentos donde nos hundíamos en las arenas movedizas del Vesubio, irrumpió ÉL. Nuestro Ángel de la Guarda. Nuestro Macho Alfa. Nuestro cinturón de seguridad en situaciones de alto riesgo. Nuestro capitán de todos los ejércitos. Nuestra vacuna contra la gripe. Nuestro comodín de la baraja. Nuestro corazón. Nuestro Pleno al 15. Nuestro talismán. Nuestro héroe. Nuestro ADN madridista... Sergio Ramos es el futbolista más trascendental de la era moderna del Real Madrid. Él ha reescrito la historia. Para bien. Su capacidad para rebelarse contra el ocaso alcanza una singularidad digna de estudio. El Flamenquito es el cuarto goleador del equipo (¡por encima de Bale!) y tiene pinta de que nos va a llevar rumbo a la Duodécima. Road to Cardiff. ¡Te quiero camero! 

Como hace 30 años. La estancia del Madrid en Nápoles fue un revival de lo sucedido hace tres décadas allí con el equipo liderado por la Quinta del Buitre + Hugo Sánchez + Gordillo. Cacerolada junto al hotel de concentración, insultos y gritos para intimidar a los pupilos de Zidane (en 1987 el técnico era Beenhakker), y puertas abiertas en San Paolo cinco horas antes para recrear un ambiente cercano a eso llamado ‘Infierno’. Pamplinas. Esto es fútbol. Si hace treinta años fue Butragueño el que apagó el Vesubio (Maradona y Careca pueden dar fe de ello), en 2017 fue Ramos el que hizo de bombero ante un rival encorajinado que siguió a pies juntillas las consignas de su entrenador (Sarri): “Intentaremos tocarles los huevos”. Vaya si lo hicieron, pero cuando hablamos de cuestiones testiculares sueltas a la arena a Ramos y se acaba la batalla...

El sorteo. El día 17 se efectuará el sorteo de cuartos de final. Allí estarán, con total seguridad, Zidane y Ancelotti. La pareja fetiche que ganó la Décima en Lisboa. Dos técnicos con estrella, dos amigos. Ambos conquistan Europa con una sonrisa. Y buen fútbol. Aunque fueron prisioneros de la BBC. Bendito martirio. Mejor acostumbrarse a convivir con un trío tan fascinante como irritante a la vez. Pero ojo, tanto en Lisboa como en Milán ganamos con la BBC en el once titular. Por algo será.

Euforia merengue. Hasta la caldera de Nápoles se acercaron 1.200 valientes que superaron los trucos de las autoridades (les metieron en autobuses que tardaron dos horas en hacer un recorrido de 15 minutos) para llegar al éxtasis con el doblete de Ramos y el gol de Morata (Italia se rinde ante ti, Alvarito). Esta gozosa victoria va por los madridistas de la India (Nagpur, Bombay, Trivandrum, Kerala y Maharashtra), la Peña Espejo 2001 de Córdoba, Villa de Sotillo de Adrada (Ávila), Yohander Tamayo de Huelva y Lucía, la bebé vikinga recién nacida en la Puebla de Montalbán. ¡Felizidane!