Ni suerte ni penalti ni cabeza
El Villarreal perdió demasiadas cosas tras rozar la gloria. Lo peor de todo, a Asenjo. Ayer escribí de él como un ejemplo. Menos mal que tras haber estrechado el jueves la mano del segundo Papa al que ha visitado en el Vaticano no me atreví a decir que está bendecido. Su gafe es insoportable. El Zamora remontará por cuarta vez. Ése es su destino... El Submarino también se dejó las formas tras el absurdo penalti. Roig lleva razón en que, con o sin tecnología, lo que se exige es unidad de criterios, pero yerra en hablar esta vez y en callar otras como ante el Málaga o Barça.
Y lo que se esfumaron fueron tres puntos claves por poca cabeza. Trigueros y Adrián, tiesos, fueron sustituidos, pero su calidad en mínimos o la experiencia de Soldado y Soriano hubieran venido mejor para mantener la renta que meter a Rodri (un crío) y a Cheryshev (al 60%). Escribá, que bordó el plan, vio la roja y no supo delegar parar frenar otro vendaval.