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Cristiano no salvó la debacle

Cristiano dio dos saltos extraordinarios, elevándose a la altura de un jugador de baloncesto a punto de realizar un mate. Sin esfuerzo, con elegancia. Lo hizo en un muro intentando evitar que una falta entrara en la portería de Navas; no rechazó el balón, pero le sacó dos palmos a Casemiro, ocho años más joven que él. Y en el gol recordó a uno que marcó ante el Roma desde casi el borde del área, un cabezazo que se metió como un obús. Ese día se levantó todo el banquillo del Manchester United y se miraron entre ellos asombrados. Hoy, Roy Keane, Ryan Giggs, Gary Neville... siguen recordándolo como uno de los tantos más extraordinarios que han visto, especialmente por la potencia empleada.

Ayer se vio mucho a Ronaldo que cogió el partido por el cuello desde el minuto diez, con 2-0 en contra. Animó a los suyos. Chutó. Corrió para que le vieran Benzema, Modric, Kroos. Le pudieron pitar un penalti en el área del Valencia. Fue el mejor Ronaldo de la temporada. Quizá de los últimos dos años. Pero, como lo que hizo el Madrid, se quedó a medias. En la segunda parte siguió pidiendo el balón, pero sin ofrecer tantas soluciones. Siguió chutando, pero desde más lejos, rodeado por más futbolistas. Casi marcó de cabeza (aunque estaba en fuera de juego) en el último suspiro. Cristiano no pudo salvar al Madrid, pero fue el blanco que más lo intentó.