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Tercer tiempo

Gameiro

Se echó el equipo a la espalda y marcó tres goles en un soplo, un récord que le disputa a Bebeto, aquel joven con cara de niño que revolucionó Galicia a bordo del Depor. Esos tres goles de Gameiro valen mucho más que el sinsabor de aquel penalti que puso su nombre propio en el invernadero. Fue entonces un nombre para el infortunio y ahora es un nombre para la gloria del Atlético. Se lo dedicó a la abuela, que acaba de morir.

Iwasaki

Fernando Iwasaki, autor de un libro que hay que leer, El sentimiento trágico de la Liga, es bético, peruano, japonés y flamenco, novelista y profesor, que lleva una guitarra como las de Cigala en la solapa. En el alma lleva al Betis. Venía apesadumbrado en el avión que nos trajo de Casablanca: su equipo había perdido 4-1 ante el Granada de todas las nacionalidades. Pero tenía un secreto que le alegraba.

Yo, Betis

¿Sabes una cosa?, me dijo Iwasaki en el Café Rick´s al que van los americanos como si Casablanca se hubiera hecho allí y allí estuviera Bogart. Me dijo que en el Sevilla tenían un gran jugador, Jovetic. Yo, Betis, lo llaman. Y, claro, es Sampaoli corriendo. El entrenador corre en la banda y el montenegrino yobético en el campo. El Sevilla tiene ahí una navaja. Qué manera de cortar. El Éibar se quedó de palo, buenas armas sin pólvora.

Gareth Bale

Salió como una moto, como Yo, Betis, en el estreno tras su lesión. En él tiene el Madrid sus complacencias, y no sólo en el campo. Arbeloa lo saludó desde lejos como si tuviera a un hermano en un estreno. Esa galopada es su marca, y la recuperó como una bala el día en el que Isco demostró que la fábrica de su fútbol sigue llena. Cristiano hizo un regate que va al espacio sideral de sus jugadas.

Poroto Lux

A veces hay estos nombres en las alineaciones y uno no se fija en ellos hasta que gritan. Desde que le pitaron el penalti su enemigo fue el árbitro, más que el Alavés, que se recuperó de la goleada ante el Barça contra el Poroto del Depor. De chico los porotos venían de Venezuela y Lux era el jabón de las estrellas. Shakespeare se pregunta qué hay en un nombre. Poroto Lux, he ahí un gran nombre para LaLiga. Me lo apunto.

Germán Darío

Poroto es Germán Darío. De un pueblo sonoro, Carcarañá, Argentina. Un día Relaño tendría que contar el origen de otras apelaciones exóticas de LaLiga. Pues eso que se pregunta Shakespeare se puede aplicar muy bien al fútbol como la base de un análisis: ¿qué pasa para que un jugador que se llama Germán Darío termine siendo Poroto y portero? No sé qué hay en su nombre pero sí se sabe qué había en su cabreo.

Orellana

Ese es un nombre de resurrección, la del Valencia. Es el nombre de una calle histórica, la calle Orellana de Madrid. Francisco Ayala, que vivió 103 años y, por tanto, todos los regímenes de este país, murió allí. Ahora es, también, el nombre de un futbolista que estrena equipo. Lo siento por el Athletic, mi otro equipo, pero el Valencia necesitaba un reconstituyente, y ese viene de Orellana. Un nombre para la esperanza de un histórico.

Don Luis Suárez

Escucho los partidos estimulado por la voz de don Luis Suárez. Carrusel nos trae este regalo de sensatez y de forofismo crítico con conocimiento. El otro día se estrenó cantando el himno gallego de Julio Iglesias. Ayer entonó un tango sin música antes del partido. En fútbol parece que todo se acaba todas las semanas. Don Luis sabe que no es así. Messi vino a auxiliarlo pero después el tango pudo ser peor.