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El búnker emocional de Zidane

Después de un año en el banquillo del primer equipo, después de una temporada y media con el Castilla y después de dieciséis años en el Madrid, Zinedine Zidane ha aprendido una cosa esencial para su oficio de entrenador: ¡Hay que controlarlo todo! Existen tantos intereses personales que, para sobrevivir e imponer sus ideas, es necesario que el míster esté al tanto de todo lo que ocurre dentro y fuera de Valdebebas y del Bernabéu. Y no estar nunca desprevenido para poder reaccionar rápidamente. “Necesita saber incluso cuál es la marca de aceite que sirve para aliñar las ensaladas de las comidas que hace el equipo”, me confesó un día una persona cercana al club. Por ello, Zizou fue rotundo ayer cuando se le preguntó sobre su “poder” a la hora de decidir sobre los fichajes.

Está claro que el francés opina y que se le escucha en las altas esferas del Madrid. También resulta evidente que el técnico galo quiere proteger a la plantilla de estas “agresiones exteriores” que son los rumores sobre cambios de cromo y deseos de novedad para el próximo verano. De ahí su intención de crear una especie de búnker emocional alrededor de sus jugadores, de apoyarles a muerte y de, pase lo que pase, no dejar en el aire ninguna frase que pudiera señalar de una forma u otra a un futbolista. Ver cada día en la Prensa listas de recambios afecta psicológicamente a ciertos miembros del equipo y Zizou sabe que eso podría tener consecuencias muy negativas en su rendimiento en el césped. Por eso considera que el entrenador también deber ser un escudo protector.