Gloria en un partido de remontadas
Para mí el Atleti nació con Kiko y sus flechas. Recuerdo verlas volar los sábados en la tele de mi tía Erundina. También recuerdo el día que comenzó la fiebre.

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Para mí el Atleti nació con Kiko y sus flechas. Recuerdo verlas volar los sábados en la tele de mi tía Erundina. También recuerdo el día que comenzó la fiebre. Un 30 de octubre. Atleti-Barça: comenzó 0-3, acabó 4-3. A mis primos, mayores, ya les dejaban salir. A mí aún no. Pero si eran sábados como aquel me daba igual. Ellos se lo perdían. Yo no. Yo me pegaba a la tele y me contagiaba de la emoción del Calderón en la distancia. Y, luego, al día siguiente, tenía que contárselo. Patri, 1-Primos, 0. Aunque a ellos les dejaran salir y a mí, cría de 13 años, todavía no. Llevo cinco días pensando en aquello, en aquel partido, en aquella remontada. Da igual que fuera en Liga y esta que se necesita ahora sea en Copa. Remontada. ¿En qué partido puede ser más posible que en este, un Barça-Atleti? Miro las piernas de Torres y la leo, la creo: remontada.
Veo al Cholo, el miércoles, de rodillas junto al escudo y la siento. Remontada. Veo a Grizi y miro el Camp Nou con un sueño. Remontada. Y veo a Godín y no puedo evitar sonreír: de su cabeza salió la última Liga. El partido no se ganó, vale, pero su gol llegó tras uno de Alexis. Casi remontada. O remontada suficiente: el 1-1 valía. El 1-2 del Barça en la ida no es definitivo. Y al Atleti le falta Gabi pero estará en la grada, como en Stamford Bridge, cuando el Chelsea marcó primero (Torres) y el Atleti respondió con tres goles. Hoy Torres vuelve a vestir sus colores, los nuestros, esos que le enseño su abuelo y se le hicieron fiebre con algo que me suena: las flechas de Kiko, mis medallas ante mis primos. “Las viví en directo, vosotros no”, chinchaba. Con razón: eso nunca habrá discoteca que lo mejore. Ahora sé: ellos sólo salían, yo conocía la gloria. Remontada.



