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El orgullo no entiende de ciclos

Después del partido de Copa del Rey uno no sabe si escribir un artículo para el AS o una carta a la plantilla. Los 90 minutos fueron un ejemplo de lo que puede quedar en la hemeroteca atlética de la temporada 16-17. O un equipo como en el primer tiempo extenuado, sin convicción, sin tensión, con dudas, desubicado por momentos y con síntomas de que el desgaste físico-mental (¡de récord Guinness!) de cinco años empieza a hacer mella; aun así, ganarían por goleada a lo que aguantaron los equipos de Pep Guardiola, Bielsa, Emery o Mourinho, todos ellos entrenadores de la escuela del exprimidor. O un equipo, como demostró en el segundo tiempo, que sigue latiendo, que tiene como mejor aliado en estos casos al orgullo, ese que alimentaron partido a partido para conseguir un año el objetivo y en otros para estar por encima de ellos. En todo este tiempo actuaron como una manada a la hora de defender y atacar, siempre buscando soluciones en vez de reproches.

Es buen día hoy para que plantilla y cuerpo técnico vean el partido del miércoles. Son 90 minutos muy, pero que muy esclarecedores; es muy fino el alambre existente entre caer en los minutos del primer tiempo o en los del segundo. Hay argumentos para debatir, en los dos casos. Yo ya espero el final de Liga, encabezando a los del segundo tiempo. Qué le voy hacer. Es lo que me habéis hecho creer vosotros desde hace cinco años. Porque el orgullo no entiende de ciclos.