El show de Paco en México

Paco Jémez. Dos partidos de liga mexicana al frente del Cruz Azul. Una victoria como local en el estreno, 1-0 ante el Necaxa. Y una derrota, 1-0 de visitante ante los Pumas, este pasado fin de semana, con un hombre menos. Rueda de prensa tras el partido, la especialidad de Paco Jémez, al menos cuando dirigía al Rayo. Tal vez por eso, pese al resultado adverso, el técnico sale de las preguntas jugando de tacón. “Hemos perdido tres puntos, pero hemos ganado en muchísimas cosas”, “no sé si habrá otro día que me sienta más orgulloso de ser entrenador de Cruz Azul”, “me preocuparía más si no creáramos ocasiones”, “prefiero no hablar del árbitro, se equivoque o no” y recursos así, de consumado especialista ante los micrófonos. Hasta que de repente, el representante de Enfoque Radio mil desenfunda: “La gente empieza a cuestionar si realmente su llegada es para levantar al equipo o para hundirlo, como sucedió en España”. Tócate las narices, María Manuela. Al segundo partido, al primer marcador negativo. Paco se sujeta la cara, calla, se contiene durante unos segundos, desvía la mirada y pregunta a los demás: “¿Algo más? Algo más serio, me refiero…”. Se levanta y se va. La experiencia de Paco Jémez en el fútbol mexicano promete emociones fuertes. Para que se pase un rato por ahí Abelardo.

Mario Parra. Mientras España discute por asuntos de rivalidad, si Ramos calienta a la afición de su Sevilla tras marcar un gol o Raúl le falta a la del Madrid por su mensaje elogioso a Messi, en Chile el Comité de Competición decide que Mario Parra no juegue los tres primeros partidos del torneo por ofender presuntamente a su equipo archienemigo. Resulta que el futbolista de Wanderers (Valparaíso), durante el homenaje que recibió el Chapecoense el pasado 1 de diciembre tras su infortunado accidente, en el minuto de silencio, tapó con su mano el escudo de Everton (de la vecina Viña del Mar) que asomaba, como los del todo el fútbol chileno, en una pancarta emotiva. Por más que el jugador dijera luego que trataba de sujetar el lienzo ante las acometidas del viento, los jueces no creyeron que tapar precisamente la insignia del vecino para dicho fin fuera casualidad. Así que lo castigaron. Y ya no cabe recurso.

Ángel Guillermo Hoyos. Era el seleccionador de Bolivia hasta hace un rato. Pero renunció o dimitió para fichar por Universidad de Chile. Sólo él entiende los motivos que justifican tal cambio. Lo que sí está haciendo el preparador argentino, que jugó en el Castilla y dirigió en las categorías inferiores del Barcelona, es por ahora dejar con la boca abierta a sus jugadores por sus particulares métodos. Ciencia, excentricidad y fe. Una mezcla. Por ejemplo, el entrenador tiene una cámara grabando en cada entrenamiento las caras de sus jugadores porque sostiene que a través del rostro (que luego analiza por ordenador), de sus muecas o reacciones, logra determinar su verdadero nivel de fatiga. Y a partir de ahí decide la intensidad de las siguientes sesiones. Bueno, doctores tiene la iglesia.