Con Koke en el eje no era un Atleti diferente, era mejor
El Atlético gana de nuevo, tumbó a Las Palmas y al Eibar, para algunos recuperando la vieja fórmula de conseguir la estocada mortal sin correr riesgos. Aunque en Ipurua los hubo. Si fue la antigua receta, le faltó algo de aquel burbujeante poderío para anular la capacidad ofensiva rival. Porque el Eibar estuvo cerca del gol y el Atlético lo encontró de forma casi fortuita en un cabezazo en posición irregular. Pero resultados al margen, llama la atención cómo la apisonadora del triunfo ha devorado el debate sobre Koke. Aquellas palabras de Gabi apuntando fragililidad con él en el centro sembraron dudas sobre si era el camino correcto.
Una dolorosa derrota en el derbi las exageró y parecían, de repente, dejar al internacional a la altura casi de un pecho frío. Asombroso cuando venía, por ejemplo, de ganarle la batalla a Arturo Vidal, el medio con más brío del continente. Los últimos pírricos triunfos sin Koke en el eje, sellados por la sentencia de Godín (“Se juega para ganar y no para gustar”), han dado por buena, de momento, una corriente que liquida la mejora con respecto al curso anterior. No era un Atleti diferente, era una versión actualizada. La evolución del monoplaza colchonero, ya sea con Giménez en la creación o con otro de corte similar, tiene un margen muy limitado.