Hogar, dulce hogar

La primera en la frente. Primer desplazamiento en el Dakar 2017, y me citan a las 3:30 de la madrugada para cubrir en autobús el trayecto entre Asunción y Resistencia, ya en Argentina. A pesar de mi animadversión hacia este tipo de transporte, me acomodé en mi asiento envuelto en el saco de dormir, y prácticamente fui dormido durante las seis horas de viajecito. Y si en la capital paraguaya nos despedimos con temperaturas de 40 grados, en el autódromo de Resistencia donde se ubica el campamento me cuentan que la víspera a las 12 de la noche estaban a 35 grados. No es de extrañar que mientras escribo esta y el resto de mis historias del día lo haga empapado en sudor.

Con inflador eléctrico

Pero aún me falta mi estreno en mi hogar, dulce hogar. Mi vivienda unifamiliar, la tienda de campaña que será mi alojamiento las próximas dos semanas. He ganado calidad de vida respecto a hace dos años en mi último Dakar, ya que esta vez viene acompañada de una colchoneta con inflador eléctrico que por lo menos me evitará esas piedras que siempre se empeñan en martirizar los riñones en las cortas noches dakarianas. El problema es que con estas temperaturas va a ser difícil conciliar el sueño, encerrado en ese pequeño habitáculo sin casi ventilación, con los generadores dando la serenata toda la noche. Pero así es la aventura, para nadie sencilla, pero muy enriquecedora para todos.