Conte, el Cholo de la Premier
Un estratega. Antonio Conte, entrenador del Chelsea, contagia. Transmite su ideario con pasión. Lo vive. Un estratega de altura que ha sabido modificar su dibujo para ganar diez partidos de manera consecutiva. Guarda fuertes similitudes con Simeone, hoy se enfrenta a Guardiola y Mourinho. Conte quiere soldados, futbolistas que creen en lo que hacen. El Atlético campeón de Liga y este Chelsea empiezan y acaban igual. Un portero de mucho nivel y un delantero matador: Courtois y Diego Costa. El belga vuelve a ser milagroso bajo palos, el internacional español es el máximo goleador. Conte no dejó salir a Diego Costa porque sabía que podía ser importante, de hecho ha calmado su tendencia a la gresca gratuita. En la racha de los diez partidos ganados, el delantero no ha visto una sola cartulina amarilla. Hay más elementos parejos: defensas férreas que encajan poco y no se complican, laterales como Marcos Alonso, ofensivo como Filipe Luis. Ambos entrenadores entienden fundamental contar con un stopper mandón, Matic es el Gabi del Cholo, además de una pieza que genere juego, que invente, Hazard es el mejor Arda. Ideas firmes que huelen a campeonato.
La búsqueda de un Xavi. Desde que salió del Barcelona, Guardiola ha buscado al nuevo Xavi. Difícil objetivo porque no lo hay, casi todo lo que sale nos parece un sucedáneo. En Múnich tuvo a Thiago, rindió por momentos, pero las lesiones no le dieron continuidad. En Manchester optó por Gündogan, jugador de excelente toque que hace mejores a los demás, Guardiola fue muy cauto con él, consciente de sus numerosas lesiones, jamás quiso meterlo con calzador en el once. A pesar de ello ha caído lesionado de gravedad. Era un jugador capital para su forma de entender el juego. “El estilo es innegociable”, dijo recientemente Guardiola. A día de hoy, la única solución para que el técnico mantenga su idea es alejar a Silva del área.
El fiasco tecnológico. El experimento en el Mundial de Clubes ha salido rana, impepinable. Peor imposible, chapuza televisada en todo el mundo. En la España futbolera no cuaja la idea de parar el partido para rearbitrar. Seamos serios, hasta hace cuatro días mal contados presumíamos de “el fútbol es para listos”. Hacíamos de la picaresca en el campo una virtud. No estaba mal visto alabar al piscinero, tenemos tendencia a criticar los sorteos de las bolas calientes, tiramos con facilidad del “Ése está acabado”. Como recordaba Iturralde González, los clubes no se denuncian cuando median agresiones que el árbitro no ve por un pacto no escrito. Ni tan siquiera tenemos algo tan elemental como la maquinita que determina si el balón entró o no. No lo neguemos, nos encanta la moviola. ¿Se imaginan que el árbitro de turno para un Real Madrid-Barcelona para determinar si hay penalti o no? Pues eso.