El sistema VAR embarra el Mundialito
El Madrid ya está en la final del Mundialito, después de un partido un poco espeso contra el América de México, resuelto con goles de Benzema y Cristiano en los descuentos del primer y el segundo tiempo. El partido no merece mucho más análisis, aparte de elogio de Lucas Vázquez, un tipo de los que siempre quieres en tu equipo y para el que el ‘jet lag’ es una enfermedad de ricos. La noticia vino de nuevo del sistema VAR (Video Asistant Referee), que provocó una situación más chusca que la víspera: el gol de Cristiano, concedido por el árbitro, fue después anulado y resucitado por el VAR en una perfecta ceremonia de confusión.
Para más enredo, la víspera habíamos detallado el protocolo del VAR, que no incluía la revisión de los fueras de juego, excusa esgrimida para explicar la chapuza de la víspera. Bueno, pues ayer, el responsable del sistema, David Elleray, dio en la página de la IFAB una explicación en la que aclaraba que el fuera de juego sí debe ser revisable. Ante la jugada de Cristiano, muy al límite, el jurado invisible de tres que maneja las pantallas primero le dijo al árbitro, el paraguayo Cáceres, que lo anulara. El hombre, que lo había concedido, lo anuló disciplinadamente. Pronto le llegó la contraorden y, de nuevo disciplinado, lo concedió. Y así acabó el partido.
En fin, que a los escépticos de esta cosa nos han dado argumentos. Se puede mejorar, claro, sólo faltaría. La excusa es que esto está en pruebas, pero se ha escogido para hacerlas un Mundial de Clubes. Recuerdo que hubo muchos años de un prestigioso torneo Juvenil de Mónaco (allí bautizaron a López Ufarte como ‘le Petit Diable’) en el que se ensayaban ideas para cambiar el Reglamento o mejorar el arbitraje. En vez de eso, ahora se embarra el Mundial de Clubes, por no sé qué prisas. La tecnología es buena, sin duda, pero hay que saber para qué sirve y cómo y cuándo utilizarla. Esto del VAR da para preguntarse en qué manos estamos.